Hacia una atención médica universal y de calidad

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    Más de la mitad de la población global no tiene acceso a servicios de salud. Además, la OMS estima que 800 millones de personas pagan alrededor del 10% de su ingreso en aliviar una enfermedad personal o de algún miembro de su familia. Gastos que llevan a 100 millones de personas a la pobreza extrema cada año.

    En 2019, la Asamblea General de la ONU adoptó una importante Declaración en la que los países firmantes se comprometieron a implementar la cobertura sanitaria universal. La realidad es que el mundo no se encontraba en la ruta adecuada para garantizar el derecho a la salud a todas las personas antes del covid-19; y la pandemia terminó por profundizar aún más las crueles desigualdades y la exclusión que sufren miles de millones en todo el planeta.

    Este año, la misma Asamblea General vuelve a dar enorme importancia a la salud, tanto para evaluar el progreso en su implementación hasta ahora (a la mitad del periodo de tiempo que se estableció para la Agenda 2030), como para definir los compromisos nacionales que permitan alcanzar los objetivos planteados desde 2015. En este sentido, los países miembro acordaron realizar 3 cumbres de alto nivel en materia de tuberculosis, preparación y respuesta frente a las pandemias y la propia cobertura sanitaria universal.

    Como Co-presidenta de UHC2030, la alianza internacional por la cobertura sanitaria universal, trabajé en la definición de un avanzado Programa de Acción que integra una serie de recomendaciones de política pública que deben implementarse para fortalecer sistemas de salud igualitarios y resilentes de cara a lograr la cobertura sanitaria universal al 2030.

    Este propone 8 áreas de acción que consideramos indispensables para el pleno derecho humano a la salud: Defender el liderazgo político, no dejar a nadie atrás, adoptar leyes y reglamentos habilitantes, fortalecer al personal de salud y asistencial, invertir más y mejor, incluir a todos los actores, garantizar la igualdad de género y conectar la cobertura universal con la seguridad sanitaria.

    A cada una de las áreas de acción le corresponden políticas específicas que abarcan desde el diseño normativo e institucional hasta la participación ciudadana y mecanismos de evaluación.

    Con esta hoja de ruta, el reto más importante para el multilateralismo radica en la definición de compromisos concretos de implementación por parte de los gobiernos nacionales. Es decir, los acuerdos globales resultan de escaso impacto si los líderes políticos no los traducen en realidades para los pueblos que gobiernan. Si, por el contrario, la cumbre de alto nivel sobre cobertura universal se define como un espacio de diálogo, en donde sus protagonistas se comprometen a lograr el pleno ejercicio del derecho a la salud, entonces por fin ya no será el dinero quien decida quién tiene acceso a médicos, instalaciones o medicinas de calidad.

    En este marco, nuestro país no puede continuar bajo la política de prueba y error que nos ha costado cientos de miles de vidas humanas. México tiene mucho qué aprender de la experiencia y resultados obtenidos en otros países. La inversión más importante que debe hacer un gobierno está en su propia gente, ¿qué mejor que empezar por arreglar nuestro sistema de salud hacia uno universal y de calidad?