A pesar de que el aire acondicionado es un medio de confort que permite combatir el calor intenso y, a su vez, mantener un ambiente de bienestar en el interior de cualquier vivienda, oficina, centro comercial o vehículo, la exposición prolongada a estos aparatos puede provocar afecciones en la salud como: problemas respiratorios, dolores de cabeza, contracturas musculares, dolores cervicales, lumbalgias, tortícolis, parálisis faciales, sensación de mareo, entre otros.
Según el portal de seguros médicos español, Sanitas, expertos recomiendan que la temperatura más adecuada a la que se deben regular estos equipos no debe ser inferior a los 24-25 grados. Además, no debe incidir de forma directa sobre el cuerpo ya que una exposición continuada al mismo puede derivar en afecciones musculares e incluso óseas.
Otras afecciones:
Afecciones respiratorias: los cambios bruscos de temperatura al entrar de la calle a un local refrigerado o viceversa, pueden causar catarros, resfriados, faringitis, rinitis, crisis asmáticas, tos, dolores de cabeza, etc. También la sequedad ambiental que generan estos sistemas de climatización interior puede favorecer aún más la aparición de estas afecciones o intensificar las ya existentes, al secar el epitelio bronquial y nasofaríngeo. Y aún más si no se realiza un mantenimiento adecuado de las instalaciones, limpiando filtros y conductos de forma regular. Tanto es así que un mantenimiento inadecuado de las instalaciones del aire acondicionado de grandes edificios puede originar brotes epidemiológicos de enfermedades que, como es el caso de la legionelosis o la infección por el hongo Aspergillus, pueden resultar incluso mortales.
Sequedad e irritación de ojos: nuevamente, el ambiente seco y las bajas temperaturas en un habitáculo climatizado puede causar el síndrome del ojo seco, especialmente en los usuarios de lentes de contacto, hasta el punto de no tolerarlas.
Algias: la exposición prolongada al frío del aire acondicionado afecta también al sistema músculo-esquelético, pudiendo ocasionar contracturas musculares, dolores cervicales, lumbalgias, tortícolis e incluso parálisis faciales. También son frecuentes las cefaleas y las migrañas. Es importante limitar el tiempo de exposición al frío pero sobre todo evitar que el chorro de aire frío incida directamente sobre el cuerpo.
Síntomas vasovagales: los cambios bruscos de temperatura pueden causar reacciones como sudoración intensa, sensación de mareo y en casos extremos un síncope vasovagal.
Dermatitis: la sequedad ambiental se traslada a la piel y puede originar irritaciones dérmicas o exacerbar afecciones preexistentes, como los eccemas, la dermatitis tópica, etc.
Acúfenos: ningún aparto de aire acondicionado es silencioso, aunque unos son más ruidosos que otros. El estar sometido de forma continua al ruido del motor o del chorro de aire de los sistemas de climatización, al salir de la habitación o simplemente apagarlo, además de sentir el silencio que pone en evidencia la sonoridad del aparto, puede ocasionar la aparición de acúfenos que se diluyen progresivamente.
Ante estos riesgos, es importante no abusar del uso del aire acondicionado ni exponerse a bajas temperaturas durante mucho tiempo.
Con información de Sanitas Seguros.
Fuente externa