- Este reportaje es la continuación de nuestro IMPACTO Crecimiento de Verón ha creado un sin fin de barrios desorganizados.
- El aumento de población se ha visto reflejado en desigualdad socia, hay lugares donde las personas viven en residenciales que cubren todos los servicios básicos, pero en los barrios se carece de todo.
El crecimiento desorganizado que lleva el Distrito Municipal Turístico Verón-Punta Cana le ha traído consecuencias devastadoras, como el hacinamiento, la falta de agua potable, deficiencia en los servicios básicos, inexistencia de relleno sanitario e incremento de focos delincuenciales. La provincia La Altagracia es una de las zonas del país con mayor crecimiento económico.
Esto, debido a que se ha convertido en la cuna del turismo dominicano, pues es poseedora de más del 80 por ciento de las habitaciones e infraestructuras hoteleras de la República Dominicana. El crecimiento económico de esta provincia la convierte en el atractivo principal de para la llegada de personas de todas partes del país a hacer vida aquí, y ese movimiento de población se concentra principalmente en este distrito municipal de Verón-Punta Cana.
Según el Plan para el Desarrollo Económico Local La Altagracia del Ministerio de Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD) esta provincia es una de las unidades territoriales que ha acelerado de forma significativa el crecimiento poblacional, hasta un ritmo de 6.262% anual.
Cabe destacar que estos barrios desorganizados y con bajo nivel de desarrollo social y conómico, abundan en el centro de Verón – Punta Cana.
Esto quiere decir que en esta dinámica, la población aumentó de 182 mil habitantes en 2002 a 273 mil en 2010, según el IX Censo Nacional de Población y Vivienda. Actualmente, el 22% de la población se localiza en zonas rurales y 78% en zonas urbanas.
Ese aumento de población se ha visto reflejado en desigualdad social en esta zona, pues hay lugares donde las personas viven en residenciales que cubren todos los servicios básicos de forma eficiente, pero en sus alrededores se han creado barrios que carecen de los mismos y donde sus pobladores ven mermadas sus posibilidades de desarrollo.
Casos muy puntuales son por ejemplo el residencial Pueblo Bávaro, ubicado en un área céntrica de esta localidad, donde se han construido importantes proyectos habitacionales que dan cierto nivel de vida a sus residentes.
A los alrededores de este lugar se encuentra uno de los sectores más antiguos de esta zona, Barrio Nuevo. La forma en la que se vive en estos dos lugares es muy distinta. En Pueblo Bávaro, los residentes cuentan con un sistema de agua y recogida de basura constante, mientras que en Barrio Nuevo la situación es casi diametralmente opuesta.
CONSECUENCIAS
El sociólogo Cesar Pérez dice que la organización del espacio establecido determina cuáles son sus vocaciones. O sea, delimita para qué es útil cada espacio, para qué sirve cada área, lo cual es fundamental, porque de esa manera se dirigen las actividades que se desarrollan en el territorio como comercial, industrial, residencial, etcétera.
“Esa economía hotelera es una economía de enclave que llama a mano de obra, que llegan aquí porque son diversas las posibilidades de empleo. Pero no hay una previsión hacia donde se va a ubicar esa mano de obra que va llegando de manera incesante”, refiere el sociólogo.
Pérez agrega que la mano de obra que se muda y empieza a ocupar terreno sin infraestructura sanitaria se va hacinando, por lo que se producen conflictos, ya que van arrabalizando e impactan las zonas consolidadas. “Yo lo que creo que ha pasado en esta zona, es que el capital ha potencializado sus recursos pero se ha descuidado del otro aspecto de hacia dónde va a vivir la gente, qué va a hacer la gente, cuáles son las infraestructuras qué van a hacer, y ahí viene un conflicto entre una población y otra”, señala Pérez. Entiende que para solucionar esos conflictos debe haber una institución árbitro y en este caso debe ser la Junta Municipal, la cual al estar ajena a esta situación no cumple con su función y esto afecta la vida de la población. Finalmente el sociólogo opina que todo esto llevaría a que esta zona “seria invivible y seria inmanejable”. La zona de Verón-Punta Cana produce entre el 15 y 17 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Pero el hacinamiento en los barrios que comprenden este Distrito es tal, que las casas están construidas una al lado de la otra compartiendo una misma pared divisoria. No se tiene un registro de quienes entran o salen de esos sectores o quienes se mudan a vivir allí. En varias ocasiones las autoridades han dado con delincuentes que se han establecido a vivir aquí luego de salir huyendo de su provincia de origen. Muchos de ellos con largos prontuarios delictivos.
Un tema que se ha convertido en un dolor de cabeza para quienes hacen vida aquí es el agua y el relleno sanitario. La falta de un acueducto ha hecho que los residentes de Verón-Punta Cana se vean en la obligación de construir pozos tubulares, desde los que extraen con una bomba sumergible agua del subsuelo para el consumo humano.
La situación es tal, que a pocos metros de los pozos tubulares también construyen pozos sépticos donde se arrojan las heces fecales. Las consecuencias de estas acciones repercuten en la salud de las personas que hacen vida aquí. Empresas dedicadas a la investigación y la realización de estudios de agua han determinado la presencia de heces fecales en el agua que aquí se consume en los hogares de los barrios. El preciado líquido no pasa por ningún tipo de tratamiento una vez es extraído del subsuelo y previo a ser usado en las casas.
MOVILIDAD
El municipalista Domingo Matías señala que si el crecimiento urbano no se ordena, eso tiene un impacto desfavorable para la movilidad de las personas, porque en la medida en que se coloca más carga vehicular en una zona se produce más contaminación y más congestionamiento, y eso impacta la economía del territorio.
“También hay otro asunto y es la pérdida de valor de uso de suelo. En la medida que entras viviendas de diferentes naturaleza al territorio el valor del uso de suelo puede ser mayor o inferior, depende”, indica el municipalista. Matías explica que estas situaciones se dan porque las autoridades no tienen planes reguladores del crecimiento.
Alega que un crecimiento informal tiene un impacto económico en el Ayuntamiento, en este caso de la Junta Municipal, porque no cobra impuestos a esos sectores de bajos ingresos que van ocupando los territorios.
Matías expresa que cuando se construye de forma desorganizada si una planificación, regulación y sin orden se produce una presión social y una demanda de servicios como agua, luz, seguridad y escuelas. Alega que los ayuntamientos y el Gobierno no tienen capacidad de respuesta a esas demandas, por lo que viene todo un caos.
“En esos sectores es necesario que el Gobierno central, el sector privado, la sociedad civil y el Ayuntamiento, en este caso la Junta, deben ponerse de acuerdo para que el plan regulador y de ordenamiento territorial se apruebe que les permita regular el crecimiento”, manifiesta.