Quito. El presidente de Ecuador, el derechista Guillermo Lasso, enfrenta este sábado un debate en el Congreso para votar su destitución por la “conmoción interna” que dejan trece días de sangrientas protestas indígenas contra el elevado costo de vida.
La sesión del pleno se reunirá a partir de las 18H00 locales (23H00 GMT) ante el llamado de la tercera parte de la Asamblea Nacional que ve en el mandatario la causa de la “grave crisis política y conmoción interna” que vive el país.
Mientras tanto las protestas siguen sacudiendo Ecuador, especialmente Quito, donde unos 10.000 indígenas venidos de sus territorios marchan en distintos puntos de la capital al grito de “¡fuera Lasso, fuera!”
Aislado por covid, Lasso arremetió contra el líder de las manifestaciones, Leonidas Iza, presidente de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie).
“La intención real del señor Iza es el derrocamiento del gobierno (…) no tiene control de las manifestaciones ni de la criminalidad que sus acciones irresponsables han generado”, declaró Lasso.
Ríos de indignados con ponchos rojos, palos y escudos artesanales exigen reducir el precio de los combustibles entre otras medidas para aliviar la pobreza de sus pueblos. Atrás van dejando barricadas con troncos y neumáticos quemados en una ciudad semiparalizada y exhausta.
Estallido violento
Tras dos jornadas violentas el jueves y viernes, Quito despierta tranquila y a la expectativa del debate de destitución.
Ecuador ganó fama de ingobernable tras la salida abrupta de tres mandatarios entre 1997 y 2005 ante la presión social.
Lasso deberá ser convocado a la sesión de la tarde para defenderse y en su presencia se abrirá un debate cuya duración será determinada por el presidente del Legislativo.
Una vez concluída la discusión, los diputados tienen un máximo de 72 horas para resolver sobre el pedido de destitución.
De ser aprobado, asume el vicepresidente Alfredo Borrero y se llama a elecciones presidenciales y legislativas para el resto del periodo.
Las últimas dos noches Quito ha sido escenario de cruentos enfrentamientos entre la fuerza pública y los manifestantes con bombas molotov, cohetes pirotécnicos, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras.
La rebelión indígena deja seis civiles muertos y un centenar de heridos en trece días, según la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos.
Las autoridades registraron más de 180 lesionados entre militares y policías y prometieron reprimir más enérgicamente las manifestaciones.