El colesterol, una sustancia cerosa similar a la grasa, juega un papel crucial en el funcionamiento del organismo, pero su exceso puede ser un enemigo silencioso que pone en riesgo la salud cardiovascular. Producido principalmente en el hígado, el colesterol se transporta por el torrente sanguíneo a través de dos tipos de lipoproteínas: las de alta densidad (HDL) y las de baja densidad (LDL).
El colesterol LDL, a menudo denominado “colesterol malo”, se asocia con la acumulación de placas en las arterias, lo que puede conducir a enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. En contraste, el HDL, conocido como “colesterol bueno”, ayuda a eliminar el LDL del torrente sanguíneo, transportándolo al hígado para su eliminación.
Los niveles de colesterol son evaluados mediante un análisis de sangre conocido como panel de lipoproteínas, que requiere un ayuno de 9 a 12 horas antes de la prueba. Los resultados de este análisis permiten identificar el perfil lipídico del individuo.
Según las recomendaciones, un nivel saludable de colesterol LDL debe ser inferior a 100 mg/dL, mientras que el HDL debe estar por encima de 40 mg/dL en hombres y 50 mg/dL en mujeres. El colesterol total debe mantenerse por debajo de 200 mg/dL para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La acumulación de colesterol en las arterias, a menudo sin síntomas iniciales, puede tener consecuencias graves a largo plazo. Con el tiempo, esta acumulación puede ralentizar o bloquear el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro.
Los expertos de la Clínica Cleveland advierten que los síntomas de la enfermedad de las arterias coronarias incluyen dolor en el pecho al hacer ejercicio, dolor en la mandíbula y dificultad para respirar. En situaciones críticas, como un ataque cardíaco, los síntomas pueden intensificarse, manifestándose como un dolor torácico severo, enrojecimiento, náuseas y dificultad para respirar.
Además, el colesterol es esencial para la formación de membranas celulares y para la síntesis de hormonas sexuales y hormonas suprarrenales. También es un precursor de los ácidos biliares, que son necesarios para la digestión de grasas. Sin embargo, los niveles elevados de colesterol pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, subrayando la importancia de un monitoreo regular.
La clave para una buena salud cardiovascular radica en mantener un equilibrio adecuado entre el colesterol bueno y malo. Adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular y revisiones médicas periódicas, puede ayudar a gestionar los niveles de colesterol y prevenir complicaciones graves en el futuro.
En conclusión, aunque el colesterol es vital para el funcionamiento del organismo, es esencial ser conscientes de sus niveles en sangre y actuar proactivamente para garantizar una buena salud cardiovascular. La prevención y el control son las mejores estrategias para mantener a raya los riesgos asociados con el colesterol alto.
Fuente: Infobae