Antes de la existencia de las escuelas, las historias orales eran el principal medio para enseñar a los niños sobre los peligros y desafíos de la vida. Relatos como Caperucita Roja se utilizaban para transmitir valores y lecciones prácticas, como la importancia de ser precavido y obedecer a los mayores.
Estas narraciones, que evolucionaron de la tradición oral a los libros y el cine, han sido adaptadas por diferentes culturas, integrando sus propias creencias y valores. Los hermanos Grimm, por ejemplo, documentaron en el siglo XIX versiones de cuentos populares que conectaban tradiciones de países tan diversos como Alemania, Persia e India, evidenciando la universalidad de estos relatos.
A pesar del paso del tiempo, los cuentos de hadas continúan siendo herramientas educativas y una fuente de inspiración para las nuevas generaciones, destacando temas universales como el bien y el mal, el coraje y el miedo. Su capacidad de reinventarse asegura su relevancia en el imaginario colectivo global.
Fuente: Muy Interesante