Punta Cana. Todas las noticias hablan de David de los Santos, el joven del capitalino sector Los Guaricanos que murió en circunstancias todavía no esclarecidas, tras ser detenido por la Policía y llevado en calidad de detenido al destacamento de Naco.
La sociedad está crispada, dolida, indignada e impotente, porque lo ocurrido a este joven de apenas 24 años se produce a menos de un mes de que otros casos similares pusieran a la Policía contra la pared.
El pasado 17 de abril José Gregorio Custodio, de 38 años, fue también detenido y llevado a un destacamento de San José de Ocoa. Horas después, las propias autoridades policiales reportaban su muerte, alegando que su deceso se produjo producto de una alergia.
Pero imágenes difundidas del cadáver de José Gregorio desmintieron esa primera versión, porque el cuerpo sin vida tenía moretones propios de golpizas. El caso aun se investiga.
Y hace 25 días, la Policía de Santiago apresó al joven Richard Báez, quien fue presuntamente golpeado por los agentes actuantes, y tras durar varios días en un centro de salud de esa ciudad del Cibao, falleció producto de las contusiones recibidas.
¿Qué más pruebas quiere entonces el Gobierno, para saber que estamos ante una institución que definitivamente necesita una revisión total y absoluta? Pocos dominicanos tienen confianza en la Policía, lo cual es altamente preocupante, porque se trata de la institución responsable de garantizar la seguridad ciudadana.
De la Policía depende también en gran medida la sana convivencia, tan fundamental para el desarrollo integral de una nación. Pero no puede ser que el cuerpo del orden público esté siempre en la palestra por cuestiones que enlodan su imagen y desnaturalizan su misión y objetivos básicos.
La gente pide a gritos una reforma policial, que ya está en proceso, pero que no entendemos las razones de su retraso. No podemos esperar que la bomba nos explote en las narices. ¿Qué está pasando en la Policía? Hay que actuar rápido, antes de que sea demasiado tarde.