La alimentación desempeña un rol determinante en el cuidado de la salud ya que de los alimentos que consumimos depende la formación de nuevos tejidos, la energía y el equilibrio que el cuerpo necesita.
Hoy en día con los cambios en los estilos de vida, el estrés, los tiempos más acotados, la disminución de actividad física y el sedentarismo, así como también por el aumento de la producción de alimentos procesados es más complicado tener hábitos de vida más saludable. La importancia de llevar una rutina de este tipo de alimentación radica en que aporta los nutrientes esenciales y la energía que cada persona necesita para mantenerse sana. En todas las edades, asegura la incorporación y aprovechamiento de todos los nutrientes que necesitamos para crecer y vivir activos y saludablemente.
Una alimentación completa y equilibrada es esencial para llevar una vida activa y sana ya que ayuda a prevenir enfermedades como diabetes, osteoporosis, hipertensión, obesidad, enfermedades cardiovasculares, dislipemia, anemia y algunos tipos de cáncer entre otras. Siempre estamos a tiempo de mejorarla e incentivar a que otros también lo hagan.
¿Qué incluye una alimentación saludable?
La composición exacta de una alimentación saludable, equilibrada y variada depende de las necesidades de cada persona (por ejemplo, de su edad, sexo, hábitos de vida, ejercicio físico), el contexto cultural, los alimentos disponibles localmente y los hábitos alimentarios. No obstante, los principios básicos de la alimentación saludable son siempre los mismos:
- COMPLETA: Incluir alimentos variados.
- EQUILIBRADA: Consumir proporcionalmente los alimentos de los diferentes grupos.
- SUFICIENTE: Cubrir las necesidades nutricionales de cada individuo.
- ADECUADA: Adaptar el consumo a las condiciones de salud del individuo.
Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida con la lactancia materna, la cual favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo. Además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, como la reducción del riesgo de presentar sobrepeso y obesidad y de sufrir enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida. A medida que vamos creciendo e incorporando alimentos tenemos que tener en cuenta que es necesario comer frutas, verduras y legumbres, frutos secos y cereales integrales, proteínas de alto valor biológico y limitar el consumo de azúcar, grasa y sodio. Además, la ingesta calórica debe estar en consonancia con el gasto calórico, es decir que es necesario realizar actividad física, mantenerse en movimiento.