Los kenianos se despertaron el miércoles con el brusco olor del gas lacrimógeno que aún persistía en la capital, un día después de que los manifestantes asaltaran el Parlamento e incendiaran parte del edificio por un polémico plan fiscal.
Aunque no han surgido noticias de violencia, se espera más protestas en los próximos días. La policía y los soldados patrullaban las calles mientras los trabajadores municipales comenzaban a limpiar los escombros.
El Parlamento, el ayuntamiento y el tribunal supremo fueron acordonados con cinta en la que se leía “Escena del crimen, no entrar”. Parte del ejército fue desplegado durante la noche para apoyar a la policía.
Kenia lleva más de una semana sacudido por protestas masivas en oposición a un proyecto de ley de finanzas que elevaría los impuestos, mientras se agudiza la frustración por el costo de la vida.
Miles de manifestantes irrumpieron el martes en el Parlamento de Kenia, quemando partes del edificio mientras los legisladores huían. La policía respondió con disparos y los periodistas que allí estaban contaron tres cadáveres a las puertas del parlamento.
La Comisión de Derechos Humanos de Kenia, una organización no gubernamental, dijo que al menos 22 personas habían muerto. La presidenta de la comisión, Roseline Odede, manifestó a los periodistas que 300 personas habían resultado heridas en las protestas y que 50 habían sido detenidas.
Herman Manyora, profesor de la Universidad de Nairobi, indicó que las protestas impulsadas por los jóvenes podrían ir a más si el presidente no adopta un enfoque más conciliador.
“Esperábamos que comprendiera la gravedad del problema y empatizara con los jóvenes”, agregó Manyora. “En lugar de eso, la gente vio a un presidente enfadado que está leyendo un acta de motín a la nación”.
Fuente: Infobae