AFP. – Debido a la falta de dosis suficientes, los grandes centros de vacunación de Berlín o Nueva York tardaron en abrir sus puertas. Otros aún no han sido inaugurados, este es uno de los 5 obstáculos para llevar a cabo la campaña de vacunación contra el COVID-19.
En Nueva York se distribuyeron solo 1 millón de dosis para 4 millones de personas que cumplían los criterios de vacunación.
La Unión Europea duplicó sus reservas de la vacuna Pfizer BioNTech y se entregaron las primeras dosis de la vacuna de Moderna. Una tercera vacuna podría ser autorizada a finales de enero. Se espera disponer de unos 600 millones de dosis en los próximos meses.
A la escasez de dosis se añaden otras carencias. En Francia, a veces se distribuyeron menos agujas de jeringas que de dosis, lo que imposibilita una parte de las inyecciones.
También se plantea la cuestión de los frascos. Pero el alemán Schott, uno de los principales fabricantes, aseguró a la AFP ser capaz de entregar suficientes frascos para 2.000 millones de dosis este año.
Difícil almacenamiento
La vacuna debe conservarse a temperatura ultra baja. La de Pfizer/BioNTech requiere incluso -70 grados durante mucho tiempo. A continuación se puede mantener entre 2 y 8 grados durante cinco días, lo que deja poco margen de maniobra.
En Baviera, una parte de las dosis fue transportada en neveras de camping y cientos tuvieron que ser desechadas en los primeros días por temor a una ruptura de la cadena de frío.
En Bulgaria, la primera entrega de dosis se realizó a finales de diciembre en furgonetas frigoríficas de un fabricante de salchichas, alimentando la desconfianza de la población.
España no pudo recibir dosis a finales de diciembre debido a un problema de «temperatura» en una fábrica de Bélgica, mientras que las impresionantes nevadas provocaron una interrupción de las entregas aéreas en Madrid.
En India, que tiene como objetivo vacunar a 300 millones de personas antes de julio, la cadena de frío deberá garantizarse mediante la movilización de 29.000 puntos de almacenamiento a temperatura controlada y 41.000 congeladores.
Burocracia
Inicialmente, Francia había enviado una guía de 45 páginas a los profesionales de la salud para asesorarlos en su campaña de vacunación en los hogares de ancianos. Las autoridades sanitarias también habían establecido una consulta previa cinco días antes de la vacunación. Este plazo se suprimió y la guía se redujo a una veintena de páginas.
El gobierno francés también recurrió a consultorios privados en un proceso en el que ya intervienen varios niveles de autoridades sanitarias, establecimientos médicos y paramédicos, así como instituciones locales.
La puesta en marcha de estas campañas sin precedentes en plena época navideña no facilitó las operaciones, sobre todo en España, donde los servicios no vacunaron esos días, reconoció el epidemiólogo jefe del ministerio de Salud.
Derroche
Rápidamente se descubrió que podían extraerse seis dosis en lugar de cinco de cada frasco de vacuna Pfizer/BioNTech. Pero como la dosis adicional no estaba permitida, tuvo que ser desechada.
Desde entonces, las autoridades modificaron la reglamentación para no desperdiciar ni una gota. Sin embargo, todavía hay pérdidas. Por ejemplo, los hospitales de Nueva York tiraron frascos porque no había pacientes que pudieran recibir la primera ronda de vacunas.
«Hay una falta de orientación sobre qué hacer con las dosis restantes», dijo a la AFP Saad Omer, director del Instituto de Salud Mundial de Yale. Una solución podría ser una lista de reserva en caso de que los destinatarios no aparezcan, «como entradas de última hora para los espectáculos de Broadway», aconsejó.
Escepticismo
El movimiento «antivax» (antivacunas) y sus manifestaciones, a veces violentas, incitaron a numerosos gobiernos, especialmente en Francia y Austria, a apostar por procedimientos lentos.
El escepticismo es particularmente fuerte en Europa central y oriental. La desconfianza puede incluso llegar al cuerpo médico.
En Francia, en noviembre, menos de la mitad de los médicos decían estar «seguros» de querer ser inoculados.
En Letonia, muchos empleados del hospital de Duneburg, la segunda ciudad más grande del país, se niegan a vacunarse.
En Alemania, la mitad de las enfermeras no quieren la vacuna, según una encuesta, lo que llevó al líder bávaro Markus Söder a abogar por la vacunación obligatoria del personal sanitario.
Por Mathieu Foulkes con las oficinas de la AFP