Punta Cana. A Rafael Leonidas Trujillo Molina lo mataron la noche del martes 30 de mayo a las 9:45 en el kilómetro 9 de la carretera Sánchez, camino a su natal San Cristóbal. Los complotados dispararon alrededor de 60 balas, siete lo impactaron y antes de morir, el dictador tuvo tiempo de tirotear en el vientre a Pedro Livio Cedeño, mas no lo mató.
Hoy, el país conmemora con actos diversos el Día de la Libertad, a 61 años de ese acontecimiento que culminó con una dictadura de tres décadas y un año.
Los ajusticiadores, Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Amado García Guerrero, Salvador Estrella Shadalá, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño y Roberto Pastoriza recibirán esta tarde a las 5:00, en el monumento en su honor, un homenaje de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y de la Fundación Héroes del 30 de Mayo.
Trujillo es considerado uno de los dictadores más implacables de América Latina, quien gobernó por más de 30 años a su país con una violenta represión y dejó miles de muertos y desaparecidos, los cuales son calculados en unos 50 mil.
Ejerció la presidencia en los períodos 1930-1938 y 1942-1952; y gobernó de forma indirecta 1938-1942 y 1952-1961, valiéndose de presidentes títeres.
Día de la Libertad
Aunque la conspiración estaba debidamente planificada, las cosas no se dieron de acuerdo a la estrategia pautada, el ajusticiamiento tuvo que adelantarse, sin embargo, cumplió su objetivo, terminó con la Era de Trujillo, como se le conoce a este período de la historia dominicana.
Y es que, cuando Antonio de la Maza recibió la información que la noche del martes 30 de mayo Trujillo iría a su casa en San Cristóbal, no dudó ni un instante, supo que había llegado el día. En ese momento podía “olerse” en el aire la tan esperada libertad, por lo que de inmediato contactó a Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barreras, Huáscar Tejeda, Amado García Guerrero, Roberto Pastoriza y Pedro Livio Cedeño.
Ese día, a las 9:45 de la noche, los conspiradores, divididos en tres vehículos, emboscaron el Chevrolet azul en el que viajaba el dictador por la avenida George Washington.
Los primeros en disparar fueron De la Maza y García Guerrero. El tiroteo fue intenso, la lluvia de balas obligó a que los ajusticiadores, Trujillo y su chofer salieran de los vehículos y que el enfrentamiento se produjera en medio del paseo central de la avenida.
Más de 60 balas de diversos calibres impactaron en el carro, siete de ellas dieron en el blanco, el cuerpo del dictador.
Sin embargo, dos disparos fueron los mortales, el primero de ellos, el que salió de la escopeta de Imbert impactando en el pecho del tirano, esta descarga se produjo a tan pocos metros que hizo que Trujillo cayera y quedara tendido boca arriba en el piso.
Los conspiradores tenían que asegurarse de la culminación de esta época, y entonces, fue cuando De la Maza se aproximó cautelosamente al cuerpo del dictador y le dio la estocada final, un tiro en la barbilla.
No obstante, aunque lograron la tan anhelada libertad, los precursores no pudieron disfrutarla, pues en la escena donde se produjo el ajusticiamiento dejaron varias pistas, además de que un testigo del hecho vivió, el chofer de Trujillo, Zacarías de la Cruz, la unión de todos estos factores dio con la captura y acribillamiento de los libertadores del pueblo dominicano.
El 2 de junio de 1961 agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) irrumpieron en la casa del teniente Amado García Guerrero donde lo asesinaron de varios disparos de ametralladoras. El 4 de junio de ese mismo año fueron asesinados otros dos implicados, Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza. El 10 de junio fue apresado y torturado el general José René Román Fernández “Pupo”, quien fungía como secretario de las Fuerzas Armadas de la dictadura, ya que se descubrió que éste estaba vinculado al asesinato.
El 18 de noviembre fueron capturados Roberto Rafael Pastoriza Neret, Pedro Livio Cedeño Herrera, Luis Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada, Huáscar Antonio Tejeda Pimentel y Luis Manuel Cáceres Michel “Tunti”, éstos fueron llevados a la Hacienda María en San Cristóbal, donde fueron fusilados por órdenes de Ramfis Trujillo, hijo del tirano.
Casi todos los implicados en el complot para acabar con el tirano pagaron con sus vidas su hazaña. Sin embargo, el sacrificio no fue en vano; hoy los dominicanos viven en democracia y con la esperanza de que nunca más vuelva un Trujillo por esta tierra.