Washington.- El incremento al 100 % de los aranceles a los vehículos eléctricos (VE) chinos anunciado este martes por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es la última medida para evitar un tsunami de automóviles baratos, que EE.UU. teme que ponga fin a su industria automotriz en un año electoral en el que los demócratas han adoptado medidas proteccionistas.
El anuncio también ayuda a Biden de cara a las elecciones presidenciales de noviembre ya que permitirá al precandidato demócrata a alinearse incluso más con el poderoso sindicato United Auto Workers (UAW), que es una organización clave en la movilización del voto entre los trabajadores estadounidenses.
En 2023, las exportaciones chinas de VE a Estados Unidos sólo fueron de 368 millones de dólares.
En comparación, las exportaciones europeas de eléctricos a EE.UU. ascendieron a unos 7.400 millones de dólares ese año, según los datos oficiales.
La razón de la escasa penetración de los fabricantes chinos en Estados Unidos eran los aranceles del 27,5 % que EE.UU. mantenía, hasta este martes, sobre los VE del gigante asiático.
Pero incluso con esos aranceles, los eléctricos chinos son una amenaza para los vehículos producidos en las plantas estadounidenses, tanto por los fabricantes domésticos (General Motors, Ford, Stellantis y Tesla, entre otros) o los extranjeros (Hyundai, Volkswagen y Mercedes-Benz, principalmente). BYD, el mayor fabricante de VE.
El fabricante BYD es el ejemplo más habitual sobre la amenaza que las marcas chinas suponen para las estadounidenses.
En 2023, BYD vendió la cifra récord de 3 millones de VE, lo que le convirtió no sólo en el mayor fabricante chino de eléctricos sino también del mundo, superando al hasta entonces rey del sector, Tesla.
BYD, que creó su subsidiaria BYD Auto en 2003, lleva desde 2005 produciendo VE y ha mejorado paulatinamente sus automóviles hasta convertirse en el principal rival de marcas tradicionales y la propia Tesla.
Su modelo Seagull tiene un precio de unos 20.000 dólares en Latinoamérica, una fracción de lo que cuesta el Model 3 de Tesla. Pero quizás un mejor ejemplo de la amenaza que los fabricantes chinos representan para el sector estadounidense es la empresa Xiaomi, fundada en 2010 para la producción de artículos de electrónica de consumo, principalmente celulares.
En 2021, Xiaomi (que es ya el tercer mayor fabricante de celulares del mundo) anunció que invertiría 10.000 millones de dólares en vehículos eléctricos. Dos años después, la empresa presentó su primer vehículo de producción, el SU7.
A finales de marzo de este año, BYD empezó la comercialización del SU7. En abril, Xiaomi vendió en China 7.058 unidades del SU7, una berlina eléctrica de cuatro puertas, superando los 5.065 Model 3 que Tesla vendió en el gigante asiático ese mismo mes.
Ahora, Xiaomi ha anunciado que para 2025 empezará a vender un nuevo modelo, una todocaminos SUV que competirá con el Model Y de Tesla.
Eléctricos sin competencia no es de extrañar que el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, que hace sólo unos años despreciaba a los fabricantes chinos de VE, ahora los vea como su mayor amenaza.
Hace escasos meses Musk declaró a analistas y medios de comunicación que, sin aranceles, los fabricantes chinos “destruirán la mayoría del resto de las compañías de automóviles del mundo».
Musk no es el único que ha alertado sobre los riesgos que los VE chinos suponen para Estados Unidos.
En febrero, Alliance for American Manufacturing (AMA), una asociación creada por el sector manufacturero estadounidense así como el sindicato United Steelworkers, publicó un informe que advertía en su portada que “China es una amenaza existencial para el sector del automóvil de Estados Unidos».
El estudio destacaba que en febrero de este año BYD presentó un todocaminos SUV eléctrico con un “asombroso precio” de 14.000 dólares que “los estadounidenses devorarían” y que “se vendería como rosquillas».
AMA concluyó que los fabricantes chinos serían capaces de superar los aranceles del 27,5 % y que sólo un fuerte aumento de las tarifas pararía la llegada de VE ultra baratos al país. Precisamente lo que ha decidido Biden.