El gobierno de Japón aprobó este viernes una reforma radical de su doctrina de defensa con el objetivo de contrarrestar el poderío militar de China, percibido como un “desafío estratégico sin precedentes” para la seguridad del archipiélago.
El gabinete aprobó un plan para aumentar al doble el gasto en defensa, hasta un 2% del PIB de aquí a 2027, una reforma que representa el mayor refuerzo de su política militar en décadas. Además, Japón proyecta unificar la comandancia y aumentar el alcance de sus misiles.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, afirmó el viernes estar “determinado a cumplir con su misión de proteger a la nación y sus habitantes en este momento crucial de la historia”.
Aunque estos cambios están respaldados por la opinión pública, se trata de un giro de envergadura para un país cuya Constitución, pacifista, adoptada tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, le prohíbe dotarse de un ejército convencional.
Kishida aseguró que la estrategia de defensa de Japón va a continuar ciñéndose “al marco de su Constitución, del derecho internacional y del derecho japonés”.
La nueva doctrina de defensa se basa en tres documentos que hacen referencia a China, Corea del Norte y Rusia, que la AFP consultó antes de su adopción.
Estos informes utilizan un lenguaje más asertivo con respecto a la nomenclatura usada en la última publicación sobre estrategia nacional de seguridad hecha por Japón en 2013.
El “desafío estratégico” de China
La postura militar cada vez más contundente de China fue descrita como “una grave preocupación para Japón y para la comunidad internacional” y como “un desafío estratégico sin precedentes para la paz y la estabilidad de Japón”.
El principal eje de la estrategia es el fuerte aumento del gasto en defensa, que ha provocado críticas sobre cómo se financiará este incremento.
De este modo, el país se alineará con el compromiso adquirido por los países miembros de la OTAN, aún sin formar parte de esta alianza militar.
Japón quiere dotarse de capacidad de “contraataque”, un concepto que hasta ahora se entendía incompatible con la Constitución y que le permitiría actuar contra amenazas de los países vecinos.
Los medios locales informaron recientemente que el país insular quiere adquirir 500 misiles de crucero Tomahawk estadounidenses, incrementando así las prestaciones actuales de su arsenal.
La presencia de las Fuerzas de Autodefensa en las islas más meridionales de Japón, las más cercanas a Taiwán y a China, también aumentará. Por ejemplo, casi se triplicarán las unidades de intercepción de misiles balísticos, según los medios japoneses.
La preocupación de Tokio respecto a Pekín escaló en agosto después de que China realizase unas enormes maniobras militares alrededor de Taiwán, cuando algunos misiles cayeron en la zona marítima económica exclusiva de Japón.
La estrategia de seguridad nacional también hace referencia a los múltiples disparos de misiles efectuados por Corea del Norte y señala que las acciones militares de Pyongyang representan “una amenaza más inminente para Japón”.
Con respecto a Rusia, Japón señaló que la voluntad de Moscú “de recurrir a la fuerza para lograr sus propios objetivos de seguridad, como en Ucrania, es evidente”.
También destacó que las actividades militares en la región de Asia Pacífico y la cooperación estratégica con China “constituyen una fuerte preocupación en materia de seguridad”.
Incluso antes de su publicación, la nueva política de Japón molestó al gobierno chino, que suele criticar el militarismo japonés de la primera mitad del siglo XX que tuvo a China como una de sus principales víctimas.
China está “firmemente opuesta” a esta política que “se aparta del compromiso de Japón en favor de relaciones bilaterales y de un consenso” con Pekín y que “contiene calumnias sin fundamento contra China”, criticó el miércoles el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin.
Por su parte, la Casa Blanca estimó que esta reforma “fortalece y moderniza” la alianza militar entre Estados Unidos y Japón.
Agencia AFP