Haití. Unos 3,000 haitianos se vieron obligados a huir de sus casas por la violencia. Conviven en un campamento de refugiados no lejos de la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe.
A pesar de allí sentirse más seguros, el deseo de muchos nacionales haitianos es que la situación de su país mejore para así volver a sus hogares.
Una antigua escuela, que funge de hogar para 744 familias, todo vale a la hora de intentar llevar una vida lo más normal posible y tener cierta intimidad. Tienen tiendas de campaña al aire libre, lonas que hacen de casas, telas que separan pequeños habitáculos y maderas colocadas a modo de pared.
Lucien Doinet, presidente del campamento, explicó que tienen miedo a la banda armada de Vitel’Homme, los cuales echaron a estas familias de sus barrios, no lejos de donde ahora están refugiadas.
Agregó que las pandillas, normalmente prenden fuego a las casas y cuando sus dueños salen huyendo, si no consiguen escapar los matan para luego entrar en las viviendas y robar todo lo que pueden para posteriormente venderlo.
Asimismo, dijo que una decena de personas refugiadas en este centro fueron asesinadas por las bandas cuando volvieron a su barrio para intentar salvar algunas pertenencias.
Doinet habló de las dificultades a la hora de alimentar a tantas personas, aunque cuentan con la ayuda en ocasiones de organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), así como con la asistencia de alcaldías de zonas cercanas.
A pesar de todas las dificultades por la que pasan los haitianos, los niños corretean entre los viejos pupitres de la escuela, se arremolinan. Mientras que unas mujeres acarrean agua y otras lavan la ropa en pequeños cubos de plástico.
Esos mismos baldes servirán también para bañar a los más pequeños.
Fuente: EFE