No puedo limitarme a decir que me gusta tomar café. Más bien debería confesar que es imprescindible en mis mañanas, e incluso, cuando era más joven, podía acompañar mi cena con una taza de cafecito con leche humeante y reconfortante. Y es que el café, además de su delicioso sabor ofrece beneficios de los que, ciertamente se ha hablado mucho. Aunque para mí nunca es suficiente.
Podríamos decir que es el rey de las mañanas para muchas personas por su capacidad para aumentar el estado de alerta y mejorar la concentración. Este poder se lo debe a la cafeína, estimulante natural que diluye la somnolencia o el cansancio y que también está presente en el té y en el cacao, que también son alimentos considerados como tesoros para la salud. Pero además, el café también contiene polifenoles, sustancias antioxidantes que pueden reducir marcadores inflamatorios y por lo tanto tener efectos positivos en la salud, como la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y neurodegenerativas.
¿Ahora bien, es posible hacer del café algo aún mucho mejor? La respuesta es sí, pero lo primordial para poder avanzar en este punto es comprender que nada en exceso es bueno y que incluso los productos más naturales pueden tener efectos indeseados en nuestro cuerpo. El café, por ejemplo, en exceso, puede causarnos efectos negativos como nerviosismo, insomnio, acidez estomacal y aumento de la frecuencia cardíaca. Además, están quienes son sensibles a la cafeína, y pueden experimentar estos efectos de manera más intensa.
De esta manera es recomendable saber que hasta 400 miligramos (mg) de cafeína al día suelen ser seguros para la mayoría de los adultos sanos y eso equivale, aproximadamente a cuatro tazas de café, 10 latas de cola o dos bebidas energizantes, según Clínica Mayo.