Antes de la llegada de la Navidad, se pueden encontrar diversas maneras de prepararse para celebrar y reflexionar. Cocinar galletas, cantar villancicos y decorar el hogar o la oficina, son algunos signos que permiten ir creando un ambiente especial para vivir esta festividad.
Jorge Merino, capellán mayor de la UC y de la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana, destaca: “La Iglesia nos regala estas cuatro semanas del tiempo de Adviento, que es un tiempo de preparación. Y es que Adviento significa “venida”, por lo tanto, es el tiempo de preparación a la venida de Jesús. Para prepararnos, hay algunos signos que nos pueden ayudar. Si bien estamos a final de año, llenos de cierres de procesos y actividades, celebraciones, graduaciones, comidas… muchas veces, lograr tener espacios de recogimiento nos cuesta y la Iglesia, con algunos signos, nos ayuda en ese camino: son la Corona de Adviento y el pesebre”.
El sacerdote explica que la Corona de Adviento tiene cuatro velas que recuerdan los cuatro domingos antes del tiempo de Navidad. “Este es un signo visible de algo que va a suceder. Creo que nos ayuda tener esa corona para que, cada vez que la miremos, vayamos “midiendo” el tiempo. Ya van tres velas encendidas, cada vez queda menos para el nacimiento del Niño Jesús”, comenta.
Por otro lado, está el pesebre, que es el signo por excelencia que ayuda a recordar la venida de Jesús y que todo se está preparando para ese día. En su simplicidad, el pesebre da esperanza y permite contemplar lo realmente importante, que es preparar el corazón para que Jesús pueda nacer en él.
“En este sentido, creo que es muy bonito lo que vivimos en la Universidad, donde, en cada una de las unidades académicas se arma un pesebre para luego tener una bendición. Como comunidad UC nos preparamos para vivir la Navidad, recordando lo esencial y lo que tiene sentido; esa es finalmente la invitación y el sentido de esta tradición”, cuenta el capellán mayor.
«En su simplicidad, el pesebre da esperanza y permite contemplar lo realmente importante, que es preparar el corazón para que Jesús pueda nacer en él» – Pbro. Jorge Merino, Capellán Mayor de la UC.Compartir
Tiempo para cultivar la esperanza
El académico de la Facultad de Teología Fredy Parra, reflexiona acerca de cómo nos podemos preparar espiritualmente en este tiempo previo. “Lo importante es comprender que es un tiempo de espera y preparación para la Navidad. Es una espera gozosa de lo que viene, de lo que siempre viene: es la espera de Jesús, el Mesías que ya vino, pero que es siempre ‘el que ha de venir’. Por ello, es un tiempo apropiado para cultivar la esperanza en el retorno definitivo de Jesucristo, en la Parusía del Señor que traerá consigo la plenitud de todo lo creado y la consumación del Reino de Dios ya iniciado por la presencia salvadora del mismo Jesús en nuestra historia.
Por su parte, Cristina Bustamante, teóloga y académica de la Facultad de Teología, señala: “El tiempo de Adviento es un tiempo de espera. Hay diferentes modos de esperar: la espera ansiosa frente al resultado de un examen médico, la nota de una prueba; la espera enojada de quien ha sido defraudado varias veces y le han vuelto a prometer lo que sabe nunca llegará; la espera nostálgica de una madre anciana aguardando la llamada o la visita de sus hijos. La espera de Adviento, en cambio, está marcada por la alegría, la fiesta, la luz. En Europa, la luz de las velas interrumpía la oscuridad del invierno, era una pausa”.
La profesora Bustamante cita a Edith Stein, quien fuera judía, filósofa, conversa al cristianismo, carmelita y mártir en un campo de concentración. Ella impartió una conferencia sobre la Navidad y su sentido. En uno de sus párrafos expresa: “Los misterios del cristianismo son una totalidad indivisible. Cuando profundizamos en uno de ellos somos conducidos automáticamente a todos los otros. Así nos lleva el camino de Belén forzosamente al Gólgota y el pesebre a la Cruz. Cuando la Virgen María presentó al Niño Jesús en el templo, le fue profetizado que una espada atravesaría su corazón y que ese Niño sería ocasión de caída y de resurrección para muchos, un signo de contradicción. Ese fue el preanuncio de la Pasión, de la lucha entre la luz y las tinieblas, que ya se había manifestado en el pesebre de Belén”.
En relación con esta cita, la profesora explica: “Esta alternancia entre la luz y la oscuridad marca la vida del cristiano. Si bien, Adviento y Navidad marcan una pausa y proclaman la victoria de la luz, llevamos en nuestros corazones las heridas y oscuridades de la humanidad: la guerra, el hombre, la injusticia social, la soledad de tantos, los afligidos por una enfermedad. Por eso, la espera de la Navidad, es alegre, porque proclama el triunfo de la vida, pero no descuida la vida frágil, sino que la integra en un esperar contra toda esperanza. Una espera alegre y compasiva, utópica y realista, al mismo tiempo”.
Vincularse con los demás
En los tiempos previos y durante la Navidad la invitación es a tener espacios para compartir con las personas que nos rodean, tanto en nuestro entorno cotidiano como participando en actividades solidarias.
Cada año, la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana prepara materiales, ceremonias y ritos para que la comunidad universitaria pueda celebrar el Adviento en todos los campus y también en sus hogares. Este año, ha realizado las bendiciones de pesebres en oficinas, salas de clases y patios. También ha organizado la tradicional campaña de Celebraciones de Navidad. Este año, hay varias maneras de participar. Además de los aportes monetarios para la compra cajas con alimentos, los distintos miembros de la comunidad y sus familias se pueden sumar y celebrar el nacimiento del Niño Jesús rezando por quienes las van a recibir.
El profesor Fredy Parra recalca: “Es una espera gozosa que comporta un llamado a la conversión y que no se desentiende del dolor de todos los que sufren. Con todo, es una espera activa que busca anticipar los signos de paz, justicia, fraternidad, reconciliación, amor y vida, signos de la plenitud prometida por Dios. Buscando, en fin, un mundo más humano, más alegre y en armonía con la naturaleza”.
“Las obras de caridad son siempre una ayuda para salir de nosotros mismos y poner el foco en los demás. ¡Y hay tantas obras de caridad que podemos hacer! A veces decimos “no tengo tiempo” o “no se me ocurre qué hacer”, pero la verdad es que no necesitamos grandes proezas. Puede ser un llamado de teléfono a alguien con quien no hablamos hace tiempo o ir a visitar un enfermo; en nuestros mismos lugares de trabajo, preocuparnos por el otro, ofrecerle ayuda; hay tantos hogares de niños que en esta época tienen celebraciones y que podemos visitar; hogares de ancianos… en fin, creo que, con creatividad, cada uno podría pensar qué obra de caridad concreta podría hacer en este tiempo que nos queda antes de la venida de Jesús”, concluye el Padre Jorge Merino.