Un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Notthingham, de Reino Unido, demuestra que el acto involuntario de bostezar se activa por reflejos primitivos en la corteza motora primaria del cerebro, que se ocupa de los movimientos del cuerpo. Esto se conoce como el «ecofenómeno» que se refiere a la imitación automática de las palabras y las acciones de otra persona.
Según los hallazgos, este fenómeno no es exclusivo de los humanos, se puede ver también en animales como los chimpancés o los perros.
Este estudio cercano a lo que plantea la teoría de las redes neuronales que sugiere que cuando vemos a alguien bostezar, los neurotransmisores se activan en la misma zona de nuestro cerebro como si lo estuviéramos haciendo nosotros mismos.
Mientras que científicos del Instituto de ciencias cognitivas y tecnologías de Roma, tras un año recopilando datos conductuales de más de cien personas adultas de diferentes nacionalidades reveló que el bostezo es una forma de solidarizarse con las personas que experimentan una sensación, que en este caso, se suele relacionar con estrés, ansiedad, aburrimiento o fatiga.
Existen conjeturas acerca de la relación entre contagio y empatía. Pero por primera vez, los científicos han observado y estudiado con detenimiento este fenómeno.
Los resultados obtenidos durante el experimento mostraron que el ritmo del contagio de los bostezos es mayor en primer lugar con parientes, en segundo lugar con amigos, conocidos y por último desconocidos.
En el estudio, publicado en el diario PLoS ONE, el vínculo social resultó ser un predictor de respuesta al bostezo de otra persona.
Esta investigación se relaciona con la teoría de empatía que sugiere que cuando interpretamos el comportamiento de los demás y notamos emociones y situaciones similares. Esto causa que sintamos empatía y contagiemos el bostezo para estar unidos a los demás.