A través de los años, nos hemos obsesionado con la idea de vivir en la utopía y de tener esa vida perfecta que a menudo se retrata en películas o programas de televisión. Se nos presentan hermosos montajes con diálogos y ángulos favorables, que han sido perfectamente calculados para hacerte sentir de una manera específica. La verdad es que el único lugar donde existe esa realidad perfecta es dentro de la película misma.
Te entiendo; vivimos el día a día y de repente lo extraordinario se vuelve ordinario, lo que parecía inusual ahora es habitual y nos adaptamos rápidamente a un estilo de vida, lugar o cosa que una vez fue novedad, a veces haciéndolo ya no tan emocionante. Nos sentimos impotentes por no tener “esa vida”, pero si pasamos por alto lo que tenemos frente, nunca estaremos satisfechos.
Para evitar esta mentalidad, aun manteniendo la ambición, es importante ser agradecidos y recordar constantemente que debemos mantener los pies en la tierra. Todo está en las cosas que dejamos pasar por alto; allí donde nunca miramos es donde se encuentra lo que tanto anhelamos. También influye un cambio de perspectiva. Hacer que la vida sea más emocionante de lo que es, sabiendo que no es un lugar que anhelas, sino un sentimiento.
De igual manera, debes trabajar duro para poder crecer. Las oportunidades podrían llamar a la puerta y es necesario estar listos. Trabajar por aquello que deseas, te ayudará a ver el mundo más lindo. La vida es lo que hacemos de ella y nuestra actitud juega un papel importante en nuestra felicidad.
Si somos realistas y salimos cada día enfocándonos en aquello bueno que nos pasa, es más fácil mantener una mentalidad positiva. Cada día es especial, solo hay que saber dónde buscar. Por último, dale un propósito a cada pequeña cosa que hagas y verás como todo cambia. Mira hacia atrás y recuerda todas las cosas por las que has rezado y pedido, que hoy es una realidad.