Bonita excusa para aislarte el mundo y encerrarte en casa. Buen motivo para volver al cigarro y el café desesperadamente. Contundente razón para aprender a llorar sin consuelo, a pesar de que no te aburriste de gritarle que se acabara de marchar con la chica de sus deseos, y te dejara vivir tu vida.
Bella etapa para desganarte y dejar de comer. Preciso tiempo para darle las espaldas al espejo y entregarte al mejor abandono de ti misma. Ya ni te importa parecer como una mujer, prefieres seguir disfrutando de tu amarga soledad; te apasiona saberte como el más inútil de los objetos, la peor parte de cualquier cosa, el más abominable adefesio… Por eso ya te has estado cuestionando si no sería este el momento ideal para dejar de existir, y así poder terminar con todo definitivamente. En un principio dudabas entre saltar desde tu apartamento en el séptimo nivel o envenenarte, pero al final escogiste abrir la llave de la estufa, porque te resultaba morbosa esa manera de irte perdiendo de la vida, como sin darte cuenta.
Ya te has despedido de este mundo, mientras vas sumergiéndote cada vez más en el aroma afrodisiaco del combustible letal. ¡Horrible ocasión para recibir visitas! Odias ese timbre ahora mismo, y ansías que esa persona inoportuna que está tocando a tu puerta se marche lo antes posible. ¡Maldita puerta y estúpido impertinente ese que no te deja morir en paz! Para colmo, el entrometido está golpeando fuertemente con sus puños para que acabes de abrirle, pero tú, renuente y porque ya te gozas muriendo en vida, le vociferas que no te encuentras en casa y que se retire.
…Bonita excusa para romper una puerta. El intruso llegó en el momento exacto para irrumpir en tu cocina, cerrar esa válvula del gas mortal y acudir a socorrerte. Bonito momento para encontrar frente a frente al vecino que nunca querías saludar- y de paso-ya que por primera vez lo puedes ver tan cerca, también es un bonito momento para descubrir la profundidad de su mirada, la peculiaridad de su sonrisa, la amabilidad de sus palabras…