PUNTA CANA. Sin lugar a dudas que las emociones fuertes son un atractivo para aquellos que les gusta vivir al borde del riesgo, del peligro, olvidando muchas veces que todo tiene sus límites.
Cada vez que viene un evento atmosférico, una parte de la población, más que estar muy preocupada por la peligrosidad del fenónemo está más preocupada por no tener el dinero quizás para comprar el pote de ron o para hacer el sancocho, comportamiento típico en nuestro país, en tiempos de lluvia.
Ante el paso del huracán Beryl, muchos fueron los incidentes que se registraron por la falta de prudencia, más que por el desorden atmosférico en sí, comenzando por la velocidad en carretera, pese a la pista estar mojada. Esta imprudencia siempre tiene sus consecuencias funestas y ayer esas consecuencias pudieron apreciarse con varios accidentes de tránsito con saldo fatal.
La otra imprudencia fue la verificada en las cercanías del mar. Increiblemente, desoyéndo las recomendaciones de los organismos de seguridad, en vez de estar en sus hogares, decenas de personas decidieron ir a lugares cercanos al mar para observar las pronunciadas olas, justamente cuando el huracán Beryl se movía en nuestra área de pronósticos.
Con estos y otros comportamientos descabellados, que en muchas ocasiones ponen en riesgo la vida de quienes lo practican y de aquellos que en sentido altruista intentan salvarles, es muestra de que, en una parte de nuestra población, la francachela y la chercha se imponen a la prudencia y la cordura en medio del peligro.