Londres. La Reina Isabel II falleció en el Castillo de Balmoral, su residencia vacacional en el norte de Escocia, que se encuentra aislada en la región de Aberdeenshire.
Rodeada de su familia, la monarca murió en uno de sus lugares favoritos del mundo, pero no yacerá allí: en los próximos dos días, transportarán su cuerpo al Palacio de Holyrood, sede del parlamento escocés, y residencia oficial de la Casa Real en Edimburgo.
Mientras tanto, Reino Unido entero rendía tributo a su monarca fallecida. Las banderas de Westminster permanecerán a media asta, y las páginas web del Gobierno y de la Casa Real están teñidas de negro, mostrando solo un breve mensaje de luto.
El personal empleado por las instituciones de la corona volvió a sus hogares tras el anuncio, y luego el país guardó un minuto de silencio nacional. Organizados por el Ministerio de Defensa, militares dispararán cañones junto al Puente de Londres en un saludo solemne.
Se trata del principio de la ‘Operación London Bridge’, el protocolo, diseñado en los años 60 que dicta los procesos a seguir tras la muerte de la Reina. Sin embargo, su fallecimiento en Escocia cambia las cosas: en esta ocasión, se desencadenará la denominada ‘Operación Unicornio’.
El palacio de Holyrood
«Si la Reina muere en Escocia, su parlamento, el palacio de Holyrood, y la catedral de St. Giles serán los lugares más importantes», señaló en 2017 el periódico The Herald, citando como fuente documentos parlamentarios de Edimburgo.
Situada el centro de la Royal Mile, vena de la ciudad escocesa, la catedral de St. Giles es una construcción de menor tamaño que la de St. Paul, donde estaban programados originalmente los primeros servicios conmemorativos para la Reina. Aún así, «su cuerpo descansará en Holyrood, para que luego su féretro se transporte a la catedral de la Royal Mile», según explicaba The Herald.
Antes de pasar dos días desde el fallecimiento, se transportará el ataúd a la estación de trenes de Waverley, que conecta a Escocia con el resto del país. Desde sus andenes, el féretro efectuará un viaje de más de cuatro horas hasta la estación de St. Pancras, en pleno corazón de Londres. Allí la esperan acongojados la primera ministra, Liz Truss, y su gabinete, que estrenó hace solo unos días.
Será el final de la operación Unicornio. Ya en la capital británica, se pondrá en funcionamiento el engranaje de la Operación London Bridge. A lo largo de los diez días siguientes se celebrarán una serie de ceremonias y actos simbólicos que culminarán con el funeral de la Reina que presidirá su hijo, el Rey Carlos III.