Punta Cana. Cuando en noviembre del 2013 el Gobierno dejó inaugurado el Bulevar Turístico del Este, hubo quienes compararon esta obra con el esplendor que destaca de las grandes avenidas de países desarrollados, vistos como paradigmas mundiales en infraestructura vial.
Y no era para menos. Esta obra, de unos 30 kilómetros de longitud, fue diseñada para que su recorrido, más que una necesidad para conectar en tiempo record con localidades distantes, fuera una experiencia placentera para los munícipes de Verón-Punta Cana y turistas nacionales y extranjeros.
Pero, como suele ocurrir con grandes y costosas obras en todo el país, con el transcurrir de los años, las propias autoridades que ensalzaron sus bondades y características abandonaron a su suerte el Bulevar Turístico del Este.
La basura, barandas rotas, grandes hoyos en puntos céntricos, cruces improvisados, falta de iluminación y la bellaquería de los denominados camiones ‘trompos’, desparramando cemento por doquier, proyectan la fachada de una carretera rural descuidada, sin brillo, y que incluso cuestiona su elevado costo de construcción.
A nadie parece importarle el estado de abandono en que se encuentra el Bulevar Turístico, donde la falta de vigilancia, mantenimiento y seguimiento adecuado han hecho de la misma una vía difícil y peligrosa de transitar.
Y como “a lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta”, los 110 millones de dólares que significó para Estado dominicano esta obra no se evidencian en el cuidado que merece y requiere, porque es la puerta de entrada de millones de personas que cada año eligen a Punta Cana como destino para vacacionar.