El Sábado Santo es un día de silencio, reflexión, soledad. Es quizás el día más triste del año, porque los cristianos no tienen nada que celebrar. Cristo acaba de morir.
Los sagrarios de las iglesias de todo el mundo están vacíos. Solo queda la oración, la tristeza y la reflexión. Lo que acaba de acontecer es tan duro, que merece un día así.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo hay que detenerse brevemente en el sepulcro. Se trata de día que recoge tres aspectos de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado.