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DE PRIMER ORDEN: Cuando a nadie le importa

Ayer, República Dominicana volvió a reaccionar con otro fatídico accidente de tránsito en el que, hasta ahora, han muerto cinco personas. Reaccionamos, reaccionamos solo reaccionamos cuando ocurre lo peor, pero lo cierto es que el caldo de cultivo de tragedias como estas es permanente.

Todos los días vemos como camiones y guaguas se desplazan a toda velocidad, repletos de trabajadores haitianos y dominicanos, sin ningún control. Los comentarios por las diferentes redes son los mismos …»Un día de estos va a pasar una tragedia…» y una y otra vez la tragedia se registra, y al día siguiente, todo sigue igual como si no hubiese pasado nada.

Le llaman accidentes de tránsito a estas fortuidades en las que, en muchas ocasiones hay gomas lizas, fallas mecánicas en los vehículos que no son corregidas a tiempo, lo que unido a una conducción temeraria, dan estos resultados.

Las tragedias se resuelven removiendo rápidamente los escombros de la vía pública y lavando la zona del desastre con abundante agua para eliminar las marcas de sangre que quedan como única prueba de que ahí alguien perdió la vida. Un alguien o unos alguien que muchas veces no tienen nombre pero que sí huele a sudor y a cemento, y si aún conversa el aliento, este es fuerte por el hambre de muchas horas sin comer o beber.

¿A quien le importa? Si quienes lloran su muerte, más que llorar la pérdida tienen que repartir la atención en ¿cómo voy a sepultarlo? o ¿Cómo voy a darle de comer a los hijos que quedaron huérfanos?. Es una verdadera tragedia que dura años, un horror en la mente de los herederos de aquella pobreza que tendrán que crecer sin padre o sin madre, frente a un Estado irresponsable e indolente que no somete a la justicia a la cadena de responsables de estos eventos, eventos que se repiten una y otra vez para despertar las reacciones de la sociedad, solo sus reacciones.

El drama de los sobrevivientes que quedan con miembros de sus cuerpos mutilados o con algún tipo de discapacidad es otra tragedia.

Cuando a los responsables se les apliquen condenas severas por incumplimiento de las medidas de seguridad en el transporte de empleados y que cuando ocurran accidentes por esta causa, las sanciones incluyan indemnizaciones honerosas a los dolientes de cada víctima, estaremos frente a un cambio de mentalidad en torno a la valoración justa de esos que huelen a sudor, a cemento. Esos, sin nombre dan todo lo que tienen por el desarrollo de nuestro país y para hacer que unos pocos almacenen grandes riquezas.

No más indiferencia frente a estos hechos mal llamados accidentes.

Elisa Mercedes
Elisa Mercedes
Licenciada en Comunicación Social, mención periodismo. Es también locutora con más de 40 años en el ejercicio profesional.
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