Hace unos días, desaprensivos robaron la Unidad de Atención Primaria (UNAP) de Bávaro, dejando totalmente desmantelado este centro, adonde acuden cientos de personas de escasos recursos que no tienen para cubrir los altos costos del servicio médico privado de esta zona turística.
Las UNAP son centros que por su gran importancia figuran como parte de un interesante proyecto gubernamental, pues de su correcto funcionamiento dependen muchas vidas que pueden salvarse antes de que sean trasladadas a un hospital del segundo nivel de atención.
A diario, son muchas las personas de estratos sociales bajos que acuden a chequeos hospitalarios que ameritan de atención inmediata. Enfermos de diversos padecimientos y madres con sus niños a cuesta, se cuentan entre el gran público de pacientes que ven en estos centros la solución a sus problemas de salud más perentorios.
Por estas razones, es realmente preocupante que se produzcan situaciones delictivas que atenten contra la permanencia y funcionamiento de estos centros públicos de salud. Y peor aún, que esto ocurra cuando intentamos afrontar, con el mayor éxito posible, una pandemia que ha dejado ya cientos de muertos y miles de contagiados en nuestro país.
Es también objeto de reflexión que el robo se haya producido justo al lado de las instalaciones del Cuerpo Especializado de Seguridad Turística (Cestur), dado que dicha UNAP funcionaba en una oficina ubicada en el mismo edificio donde opera esta dependencia del Ministerio de Defensa. Luego de esta fechoría, fue menester habilitar un furgón para que la UNAP no parara sus labores cotidianas. Sencillamente vergonzoso.