El James Webb es un telescopio espacial que opera en el espectro visible de luz, en el infrarrojo cercano y en el infrarrojo medio. Tiene un espejo de 6,6 metros de diámetro, formado por dieciocho segmentos hexagonales. Este telescopio está optimizado como observatorio astronómico en el infrarrojo.
Puesto que la atmósfera terrestre absorbe la radiación infrarroja, para observarla es necesario y más eficaz construir telescopios como el James Webb, que pueda observar en el infrarrojo sin interferencias.
Es el telescopio más grande y preciso enviado al espacio. Por una parte, se ha diseñado para ser capaz de observar objetos astronómicos como jamás se han observado, o con un grado de precisión sin precedentes.
Es capaz de inferir cómo se formaron las primeras galaxias, el nacimiento de estrellas y la atmósfera de exoplanetas para saber si las condiciones para la vida son posibles o no.
Por otro lado, lo que también hace especial a este telescopio es que, por sus dimensiones, para enviarse al espacio debía poder plegarse en el cabezal de un cohete. Una vez en el espacio, plegado, tenía que ser capaz de abrirse automáticamente solo, mientras viajaba a su lugar de operación, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.
Entre los retos de su desarrollo tecnológico, tenía que ser capaz de mantenerse aislado del calor y la luz, y de enfriarse de forma pasiva, o sin requerir energía.
Fuente: La Vanguardia