Cada 30 de noviembre se celebra el Día de Conmemoración de todas las Víctimas de la Guerra Química, como un recordatorio de las más de 100 mil muertes y el millón de victimas que dejaron este tipo de sustancias durante la Primera Guerra Mundial.
Es un homenaje a las víctimas de la guerra química y una oportunidad para reafirmar el compromiso de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) con eliminar este tipo de armas. Esta organización recibió el Premio Nobel de la Paz en 2013.
En 1997 se firmó la Convención sobre las Armas Químicas, un tratado internacional por el que se prohíbe el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la transferencia y el empleo de armas químicas, y se dispone además la destrucción de estas armas en un plazo de tiempo específico.
Las armas químicas son en realidad toxinas biológicas o sustancias de laboratorio, que se utilizan para matar herir o incapacitar al enemigo. Las armas químicas hacen uso de sustancias elaboradas en un laboratorio como los gases emitidos por el cloro o cualquier otra sustancia que provoque irritación o asfixia, tanto en las vías respiratorias como en el sistema nervioso central de las personas.