Hace exactamente 10 años, Paul Walker, protagonista de la taquillera franquicia Fast & Furious, falleció en un accidente de coche.
Se recuerda que el actor viajaba como copiloto en un Porsche Carrera GT que se estampó contra un poste a unos 151 kilómetros por hora en una carretera de Santa Clarita, a 50 kilómetros al norte de Hollywood, incendiándose después. Tenía 40 años.
El conductor del vehículo era su amigo, Roger Rodas, un exitoso financiero del banco Merrill Lynch, que también murió en el siniestro. Aquella noche, Walker había asistido a un acto benéfico en favor de las víctimas del supertifón Haiyan, que azotó Filipinas en el mes de noviembre de 2013, dejando más de 10.000 muertos.
Walker era el fundador de la organización promotora del evento, Reach Out Worldwide, que puso en marcha tras los terremotos de Haití en 2010, con la intención de brindar ayuda a las personas afectadas por desastres naturales. El trágico suceso, que conmocionó a Hollywood, eclipsó, no obstante, las buenas intenciones del intérprete. La historia era demasiado jugosa. A pesar de que el actor no iba al volante, el epitafio parecía escribirse solo: vivió deprisa y murió joven.
Paul Walker falleció de manera directa, ya que las pericias de aquel entonces señalaron que aquel Porsche rojo iba a 150 kilómetros por hora, el doble de la velocidad permitida en aquella zona. En aquel momento, el actor estaba en pleno rodaje de ‘Fast & Furious 7′, film en el que el su personaje tuvo una escena mítica, despidiéndose de su querido amigo Dominic Toretto (Vin Diesel), parte de La Familia.