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Amenaza invisible: el preocupante estado de las aguas subterráneas en Verón-Punta Cana

Verón-Punta Cana. Ubicado en la costa Este de la República Dominicana, el Distrito Turístico Verón-Punta Cana es famoso por sus hermosas playas de arena blanca y seductoras aguas cristalinas. Sin embargo, detrás de esos encantos innegables se esconde un problema creciente que avanza silencioso: la contaminación de sus recursos hídricos.

Esta realidad tiene su origen en una proliferación masiva de pozos tubulares y filtrantes sin regulación medioambiental, justificados en la falta de un acueducto múltiple y de un sistema adecuado para tratar las aguas residuales. Igualmente, en la generación de miles de toneladas de residuos sólidos no siempre manejados acorde con los estándares medioambientales.

El panorama que se describe a continuación dista mucho de la observancia de la Ley 1-12, que crea la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, la cual en su eje 2.5.2 define el objetivo de “desarrollar nuevas infraestructuras de redes que permitan la ampliación de la cobertura de servicios de agua potable, alcantarillado sanitario y pluvial, tratamiento de aguas servidas y protección de subsuelo con enfoque en desarrollo sostenible”.

RADIOGRAFÍA’

Esta zona turística tiene actualmente 46 mil 500 habitaciones hoteleras, y en este 2023 está prevista la construcción de otras 3 mil, según datos de la Asociación de Hoteles y Proyectos Turísticos del Este (Asoleste). Estas inversiones superan los 300 millones de dólares para este año.

Distrito Verón-Punta Cana ha crecido significativamente durante las últimas décadas.

La construcción de hoteles y proyectos inmobiliarios impulsa una mayor demanda de agua y aumenta la generación de residuos sólidos que impactan directamente el subsuelo y sus recursos acuíferos. Asimismo, la oferta laboral del sector turismo estimula un incremento demográfico con asentamientos humanos sin parámetros definidos de ordenamiento territorial.

De acuerdo al estudio “Turismo dominicano, una década de aportes”, presentado por el Banco Popular y la Asociación de Hoteles y Turismo de República Dominicana (Asonahores), en Verón-Punta Cana por cada empleo que genera el turismo provoca la creación de otros 5.2 puestos de trabajo en áreas relacionadas con la cadena de valor de la llamada industria sin chimeneas.

Pero pese a su pujante desarrollo económico, esta comunidad no tiene acueducto, alcantarillado sanitario ni una planta de tratamiento de uso común.

Y se requiere con atención urgente. Cuando el IX Censo Nacional de Población y Vivienda del 2010, Verón-Punta Cana tenía 54 mil 128 habitantes. Actualmente, se estima que este pueblo supera ya las 200 mil habitantes residentes, sin contabilizar la población flotante que entra y sale cada día desde diferentes lugares del Este, del país y del mundo.

Sobre esas proyecciones, el director distrital de Verón-Punta Cana, Ramón Ramírez, calcula que mensualmente por este polo turístico circulan 800 mil personas, entre turistas, visitantes y suplidores.

Para el Censo del 2010, a Verón-Punta Cana lo conformaban 14 barrios, y hoy tiene 54, de los cuales 48 pertenecen a Verón. Esos barrios ni la mayoría de los establecimientos comerciales cuentan con sistemas de tratamiento de aguas residuales y vierten los desechos en cuerpos de agua cercanos.

En los barrios de Verón son comunes los pozos filtrantes.

Y he aquí el resultado de ese desarrollo y crecimiento desordenado: Según el Plan Municipal de Gestión Integral de Riesgo de Desastres, elaborado por la Junta Distrital de Verón-Punta Cana, con apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), el 91 % de las viviendas de esta comunidad consume agua obtenida a través de pozos tubulares.

Esas aguas no son sometidas a pruebas de laboratorio, porque los pozos los utilizan principalmente personas de ingresos limitados. “La contaminación es alta. Esta se manifiesta en la alta producción de desechos que genera el turismo y la contaminación de los acuíferos y suelos de la ciudad”, subraya en su página 14 el Plan Municipal de Gestión Integral de Riesgo de Desastre.

Según registros de Ecoservices Dominicana, empresa radicada en la zona turística especializada en la gestión y manejo de residuos sólidos reciclables, en Verón-Punta Cana diariamente se producen entre 500 y 600 toneladas de basura.

Felipe Beltrán, director ejecutivo de Ecoservices Dominicana, asegura que aunque más del 60% de esos residuos los produce la industria turística, algunos hoteles tienen contratos con empresas recolectoras que aplican el modelo de economía circular.

Sin embargo, Beltrán afirma que “hemos tenido vertederos que no tienen ningún control del lixiviado y eso acaba afectando las aguas interiores”. Los lixiviados son sustancias líquidas que circulan entre los residuos que se encuentran especialmente en los vertederos.

“La situación es grave. No podemos mirar para otro lado. Un día nuestros hijos nos lo van a recriminar”, advierte Beltrán.

UN MAL ¿NECESARIO?

Un estudio realizado por la Fundación Grupo Puntacana y la Universidad de Virginia Tech determinó que el 80 por ciento de los pozos de abastecimiento de agua doméstica de Verón están contaminados por coliformes totales y Escherichia coli (E. coli).

De 46 pozos muestreados, 43 resultaron positivos para coliformes totales, mientras que el 30% dio positivo a la E. coli. Los sectores donde se detectaron más pozos contaminados fueron Las Dos Jardas, Cristinita y Villa La Fe.

Aunque las autoridades otorgan decenas de permisos al mes para pozos tubulares, esas aguas no son sometidas a pruebas de laboratorio.

El levantamiento para este estudio se hizo entre 2009 y 2012, y sus resultados publicados en 2014. Fue la última investigación sobre este tema. Desde entonces, la comunidad ha crecido de forma desproporcionada y sin registros científicos actualizados que permitan conocer la magnitud del problema.

Los datos contenidos en el Plan Municipal de Gestión Integral de Riesgo de Desastres y del estudio de la Fundación Grupo Puntacana y la Universidad de Virginia Tech fueron revalidados por Hochi Echavarría, encargado de la Unidad de Gestión Ambiental (Ugam) de la Junta Distrital de Verón-Punta Cana.

Echavarría ofreció una mirada igual de inquietante. Reveló que diariamente esa dependencia del Gobierno Municipal otorga entre 2 y 3 permisos a particulares para la excavación de pozos tubulares.

Es consciente de que esas autorizaciones son violatorias de las normativas medioambientales y sanitarias, pero se cobija en la tesis de que el destino turístico no tiene acueducto y carece de un sistema de alcantarillado.

El uso de camiones perforadores para pozos tubulares es la opción para una población sin agua potable.

“Para nosotros, es cuesta arriba dar un permiso para un pozo tubular, pero entendemos que es un mal necesario. Tenemos que dejarlos, porque la gente tiene que subsistir”, arguye Echavarría.

El artículo 41 de la Ley General Sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00) incluye la construcción y operación de pozos en el listado de proyectos que requieren la presentación de una evaluación previa de impacto ambiental.

A cuenta de dos permisos por día, mensualmente la Junta Municipal de Verón-Punta Cana otorga unas 60 licencias para pozos tubulares, sin sujeción a lo establecido por la ley medioambiental.

Echavarría sabe las consecuencias de esta gracia y no oculta su preocupación. “Estamos usando agua contaminada; nos estamos cepillando con agua contaminada y nos estamos bañando con agua contaminada”, alerta el director de la Ugam.

Pozo tubular en proceso de construcción.

En los residenciales donde vive gente de clase media alta la situación es distinta, porque tienen plantas de tratamiento que aminoran las posibilidades de contaminación del agua que consumen. El riesgo mayor es para los barrios pobres.

La dirigente comunitaria Altagracia Poueriet trabaja justamente con personas de estratos sociales bajos, y por eso conoce bien el problema. “Hay gente que hace pozos tubulares y recámaras sépticas y se conectan a una fosa (para verter aguas de inodoro)”, comenta Poueriet.

Señala que muy pocas personas toman en cuenta a qué distancia se debe construir una recámara séptica respecto a una cisterna de almacenamiento de agua para uso doméstico.

Altagracia Poueriet, dirigente comunitaria.

“Hay vecinos que tienen su cisterna en la parte atrás de su casa, y si el que está al lado le da la gana, hace una recámara séptica ahí, cerca”, puntualiza Poueriet, directiva del polígono 1, el más grande de los cuatro en que los activistas sociales dividen la demarcación turística para trabajos directos con la comunidad. Ese polígono agrupa más de 35 juntas de vecinos.

Lo criticado por Poueriet está regulado por el artículo 6 de la “Norma ambiental sobre calidad de aguas subterráneas y descargas al subsuelo”, del Ministerio de Medio Ambiente. Esta medida dispone que “no podrán ser construidos pozos profundos cuyas zonas de acción interfieran con las de otros pozos existentes, a menos que los interesados den su consentimiento”.

Esta normativa es la que precisamente tiene por objeto proteger y mejorar la calidad de los cuerpos hídricos, “en particular de las aguas subterráneas”, para garantizar la seguridad de su uso y mantenimiento en condiciones adecuadas. Pero en Verón-Punta Cana su aplicación es prácticamente nula.

SECUELAS SANITARIAS

UNAP de Friusa, Bávaro.

Todo este desorden e incumplimiento de las normas se refleja en las consultas médicas de las Unidades del Primer Nivel de Atención (UNAP), adonde generalmente acude la población con precarias condiciones económicas.

En los primeros cuatro meses del 2023, la UNAP de Friusa, el sector más populoso de Verón-Punta Cana, atendió 88 casos gastrointestinales, 92 infecciones vaginales y 71 dermatosis.

La doctora Blanca Rosa Mayans, directora de esa UNAP, atribuye esas dolencias al «almacenamiento del agua, ya que no hay acueducto. Por la forma en que los habitantes almacenan el agua, podría ser una de las principales causas de las infecciones, tanto vía vaginal como gastrointestinales».

El Centro de Atención Pediátrica Oscar de la Renta, de asistencia masiva por ser el único en su clase en la zona turística, durante el mismo período atendió 928 casos gastrointestinales y 449 enfermedades de la piel.

De su lado, la Dirección de Epidemiología de La Altagracia, en la semana 19, registró 2,805 casos de diarrea aguda en Verón-Punta Cana. El doctor Samuel Cueto, encargado de esta dependencia del Ministerio de Salud Pública, afirma que “desafortunadamente en nuestra provincia las aguas de consumo humano tienen un alto nivel de contaminación por el uso indiscriminado de los suelos”.

Explica que esta situación se vuelve más compleja, porque las personas hacen pozos tubulares para extraer agua no tratada, y a poca distancia construyen filtrantes para depositar materias fecales.

En los centros privados de salud también son frecuentes las consultas de pacientes con afecciones relacionadas con esta problemática. El ginecólogo Luis Guzmán, quien presta servicios en el Hospital IMG, afirma que atiende a muchas mujeres con infecciones vaginales por el uso de agua contaminada.

“Hay muchos casos que es por el tema del agua. Por eso, sería importante que se le hagan estudios al agua que consumimos acá. Conozco empresas que le hacen estudios al agua y salen con muchas contaminaciones”, revela Guzmán. Indica que incluso ha atendido casos de niñas con infecciones de este tipo.

EFECTOS DIRECTOS Y COLATERALES

A solicitud de este medio, varios expertos en el tema agua accedieron compartir un análisis hidrogeológico del problema, el cual en Verón-Punta Cana no se aborda con la rigurosidad que amerita.

Osiris de León, geólogo.

El geólogo Osiris de León atribuye la contaminación de las aguas subterráneas a que Verón-Punta Cana es una zona que, a pesar de tener una gran población residente, flotante y de visitantes, no tiene acueducto ni alcantarillado.

“Eso obliga a que la gente, para abastecerse de agua, haga un pozo, pero para descargar su inodoro haga otro pozo. Debajo (en el subsuelo), lo que hay es una caliza coralina porosa. Esa caliza tiene la bondad de que acumula mucha agua de lluvia, porque se infiltra a través de los huecos que tiene. Pero lamentablemente, cuando tu le pones un contaminante, el contaminante fluye lateralmente y se contamina el agua”, explica De León.

Apunta que al construir pozos filtrantes para descargar inodoros, la carga bacterial de la E. coli fluye y contamina el agua subterránea. Osiris de León coincide con otros expertos en que la contaminación de los recursos hídricos podría tener un impacto negativo en el turismo local.

“Este problema impacta al agua subterránea, viola la Ley 64-00 (de Medio Ambiente), la calidad del agua de la playa y amenaza al turismo, en el mediano y largo plazo. Lo hemos discutido con los hoteleros y me han dicho que están de acuerdo conmigo, pero nadie da el primer picazo para el alcantarillado sanitario ni para el acueducto”, observa De León.

Expertos advierten efectos al turismo.

José Payán, encargado del departamento Salud Ambiental de Salud Pública en La Altagracia, también eleva su voz de alerta sobre este particular. “Cuando se contaminan las aguas subterráneas, es un gran problema para todos, tanto para los lugareños como para el turismo, porque muchas enfermedades se pueden ir a través de las aguas subterráneas, como el cólera y otros tipos de infecciones gastrointestinales”, advierte Payán.

Entiende que el agua extraída del subsuelo no se puede utilizar sin examen previo, para saber la cantidad de minerales que contiene, porque puede dañar cualquier órgano del cuerpo.

Las normativas medioambientales definen políticas claras para el uso de las aguas del subsuelo.

Sobre este aspecto, el ingeniero Antonio Méndez, encargado nacional de la División de Aguas Subterráneas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), indicó que hubo un tiempo en que esta dependencia estatal llevaba el control de la explotación de las aguas del subsuelo en esta zona turística.

“Y siempre le decíamos (a las autoridades locales), cada año ha ido bajando hasta tres metros el nivel estático del agua subterránea, y era debido a la sobreexplotación. Ese es el punto más crítico”, indica Méndez.

Señala que el agua de lluvia extraída mediante pozos tubulares de reservorios cavernarios, induce a que esas cavernas sean alimentadas entonces con aguas del mar. “A medida que se saca el agua dulce, el agua de mar penetra”, puntualiza Méndez.

SÍ, HAY SOLUCIÓN…PERO ¿CUÁNDO?

Un acueducto múltiple, un alcantarillado sanitario y una planta de tratamiento. Esta trilogía es la propuesta de consenso para curar el subsuelo y resolver la contaminación del agua en Verón-Punta Cana.

Pero todo apunta a priorizar el sistema de alcantarillado sanitario, el cual se incluyó en el Proyecto de Ley del Presupuesto General del Estado para el año 2023, con una inversión de 200 millones de dólares.

El mapa muestra el área de influencia que abarcarían el acueducto múltiple y el alcantarillado sanitario.

Lenin Carpio, director regional Este del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillado (Inapa), habló con BavaroNews de este proyecto. “Inapa ya tiene contemplado, y eso lo hemos consultado con la Asociación de Hoteles (Asoleste), para este año empezar la creación de una línea colectora de aguas residuales, que empezaría desde Uvero Alto y terminaría en Punta Cana”, explicó Carpio.

Aclaró que en un primer momento no se habla del acueducto, porque primero se tratarían las aguas residuales, para evitar que las aguas subterráneas se sigan contaminando. “Es un proyecto que aún está en cierne, porque eso se trató a final del año pasado con la Asociación de Hoteles”, subraya Carpio.

La propuesta del geólogo Osiris de León va en esa misma dirección, pero sugiere abarcar a toda la comunidad. Propone construir un alcantarillado sanitario con una serie de tuberías colectoras que pasen por casas y hoteles, y derivar luego esas aguas a una planta de tratamiento.

“En esa planta de tratamiento se tendría capacidad de liberar el agua libre de carga bacterial”, sugiere De León. Estos planes descansan en carpetas, así como el acueducto múltiple, que en abril de 2019 se dijo iniciaría a mediados de ese mismo año. Cuatro años después, nada.

Y mientras tanto, el legado de acciones y conductas irresponsables permanece inmutable y reflejado en cada gota de agua contaminada.

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