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Embarcaciones en playas de Bávaro requieren mayor vigilancia para evitar accidentes

Bávaro. Las paradisiacas playas de Bávaro constituyen el gran atractivo para los miles de visitantes nacionales y extranjeros que vienen a vacacionar al Distrito Verón-Punta Cana, pues el intenso azul de sus aguas y sus blancas arenas han sido la clave para que este polo turístico se convierta en el de mayor importancia de República Dominicana y el Caribe.

Por ser muy concurridos, en los litorales, sobre todo de Bávaro, se ven muchas situaciones irregulares. Una de ellas, es la falta de organización en uno de los aspectos de gran significado como son los fondeaderos, problema que obedece básicamente a la ausencia de políticas públicas destinadas a un ordenamiento de la costa del Distrito Verón-Punta Cana.

La mayoría de las embarcaciones que navegan por las aguas de estas playas, bien sea desarrollando actividades turísticas, deportivas o de paseo, parecieran no respetar los canales de navegación y los procedimientos adecuados para embarcar y desembarcar personas.

Este medio, en reiteradas oportunidades, ha podido observar la presencia de alrededor de 50 embarcaciones ancladas en playa Bávaro, además con sonidos muy altos, lo cual indudablemente va en detrimento de los recursos marinos-costeros de la zona.

Una embarcación de gran tamaño fácilmente se detiene en la orilla de la playa, sin tomar en consideración que en sus inmediaciones hay personas que están disfrutando de las aguas poco profundas, realizando actividades recreativas propias de sus vacaciones, y que en algún momento pueden resultar lesionadas.

Algunos hoteles de Bávaro, en conjunto con la Armada de República Dominicana, han instalado en los últimos días una línea de bollas en los alrededores de sus playas, para establecer la distancia que tienen los turistas para disfrutar de las cálidas y transparentes aguas, y a su vez, enviar una señal a las embarcaciones más grandes que está prohibido llegar hasta a la orilla.

Esto, posiblemente, sea una medida de precaución, tomando en cuenta que recientemente, en Bayahibe, un turista ucraniano murió arrollado por una lancha. Situaciones lamentables como estas ya se han suscitado varias veces en esa zona.

En julio del 2018, una turista alemana murió cuando realizaba práctica de buceo y una lancha le cruzó por encima. En 2017, otra turista de nacionalidad francesa falleció en la piscina natural de la isla Saona en igual circunstancia.

En la piscina natural, de Bayahibe, es común que los visitantes naden en la zona de las lanchas, lo que refleja el peligro que ya ha cobrado vidas.

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SIN CONTROL

Las playas por donde más transitan embarcaciones, sobre todo con fines turísticos, son Bibijagua, Los Corales, El Cortecito, Jelly Fish y Cabeza de Toro. Estas ofrecen paseos a quienes visitan la zona y les hacen en recorrido por buena parte del litoral de Bávaro.

Para montar a los turistas, las embarcaciones de gran tamaño logran llegar hasta la orilla de la playa, lo cual constituye un riesgo para los bañistas. Lo ideal en estos casos, de acuerdo a las recomendaciones de la Asociación de Acuáticas, es que las empresas que desarrollen estas actividades cuenten con lanchas de menor tamaño, para facilitar su llegada a la orilla y poder realizar el traslado de los turistas.

En Bávaro, en el medio del mar, también hay una zona llamada “la piscina natural”, que constituye uno de los atractivos más significativos del litoral, porque allí existen bancos de arenas de muy poca profundidad y los visitantes tienen la oportunidad de nadar y practicar snorkel.

Esta área, en un día puede registrar la presencia de más de 50 embarcaciones, que se anclan para que los turistas puedan disfrutar de este espacio, ingresando al agua por cierto tiempo.

Los turistas, al estar en el agua, corren el riesgo de sufrir accidentes por otros yates o lanchas. En “la piscina natural”, la música también se escucha en niveles altos y la basura dice presente, formando parte de los problemas que enfrenta la playa. El turista, al estar en el agua, lo hace con vasos plásticos donde almacenan la bebida que consumen y que después termina siendo arrojada en el litoral.

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