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“No tengo a nadie que me dé nada, y debo salir a buscar la comida para mis hijos”

PUNTA CANA. En medio de la extrema pobreza, Ifaña Foster, una madre de 39 años de edad, y con cinco niños, cada día se despierta con la incertidumbre de si encontrará o no el pan para llevar a su humilde hogar.  

El deseo de poder encontrar qué darle a sus hijos, es un reto al que esta madre que reside en Verón-Punta Cana, se enfrenta cada día. Cuenta que sale y deja sus hijos solos en contra de su voluntad, debido a que todas las mañanas va a la calle a hacer lo que “aparezca” con el fin de conseguir dinero o alimentos.

Relata que normalmente realiza trenzas, brilla calderos, limpia casas, entre otros quehaceres. En ocasiones tiene que salir por las noches, pero cuando esto pasa indica que le dice a sus vecinos que les hagan el favor de vigilar a los niños hasta que llegue, porque no le gusta dejarlos solos, pero la necesidad la obliga a hacerlo.

CONDICIONES

Esta familia vive en condiciones deplorables, la casita en la que residen es alquilada, pero tiene partes donde no tiene techo. Hay un lado de la vivienda que está cubierta por una valla publicitaria amarrada a una madera.

Foster explica que estas condiciones se deben a que el propietario de la misma se presentó un día al lugar con la intención de desalojarla por falta de pago. Sin embargo, al pedirle que le diera un tiempo para pagarle, el hombre no identificado empezó a quitar parte del techo y la madera de los lados de forma violenta. Asimismo, dice que teme a quedarse en la calle, porque el propietario del lugar prometió regresar a sacarla y no lo ha hecho según ella porque le ocurrió un accidente y se encuentra en reposo.

Cuando llueve todo se moja, ya que la casita está destechada en ciertas partes y pese a que le pone fundas a la cama para evitar que el agua caiga en el colchón, al día siguiente debe sacarlo al sol, porque el plástico no cubre completamente. Además de esto teme que uno de esos niños llegue a enfermarse por mojarse cada vez que llueva.

La humilde casita también está sumergida en el mal olor, porque los niños más pequeños hacen sus necesidades en cualquier parte de la vivienda, situación que atrae una gran cantidad de moscas, además de que no tienen electricidad, ni agua.

Pese a los fuertes golpes que le ha dado la vida a esta joven madre, asegura que la única razón que le da fuerzas para seguir adelante son sus hijos de 11, 9, 5 y dos gemelos de tres años. “Yo los dejo solos, no voy a decir mentira, porque no tengo a nadie que me dé nada, y debo salir a buscar la comida para mis hijos”, indicó Foster, tras ser cuestionada sobre si es cierto que los deja solos durante días como habían confirmado en una denuncia que llegó a la Redacción del BávaroNews.

Mientras está ausente, la mayoría de las veces los vecinos son quienes le extienden una mano amiga, llevando alimentos a los niños, de igual modo, le ponen ropa aunque sea de adultos con la finalidad de que los infantes no anden desnudos por las calles.

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