FEMINICIDIO, EL ROSTRO DE LA TRAGEDIA
Crisleidy Rosario Polando, con 21 añitos vio apagarse su vida mirando a quien, en un momento de su corta existencia, le había jurado amor. Otro feminicidio se hacía a la vista. Con este, al menos van 25 feminicidios en lo que va del 2024.
Ver a una joven mujer de 21 años morir a manos de su ex pareja de 24 años, no es más que la confirmación de que hay que volver la mirada, con urgencia, a la formación en el hogar. Nuestros niños repiten lo que ven en sus entornos, y crecen con traumas y fisuras emocionales que muchas veces se arrastran de una niñez llena de abusos y de abandonos o de ver pleitos y desavenencias en el entorno familiar, en el que no se respeta, se agrede verbal y físicamente a la pareja o esposa, y eso mismo repiten, haciendo sus vidas miserables.
Con 20, 22, 25 hasta los 30 estamos frente a nuevos adultos, vidas jóvenes que deben estar enamoradas y llenas de planes y de sueños, no amargadas y llena de frustraciones.
La violencia machista tiene un origen y es en el hogar, en la educación que inculcamos a nuestros hijos e hijas. Aunque durante muchos años se ha visto el feminicidio como una lucha que se debe librar contra el hombre violento, ciego de ira y lleno de un sentimiento de posesión, que cree que al decir “mi mujer, mi novia” tiene el derecho a hacerlo valer hasta terminar con la vida de esta. Entiende que esa vida que está a su lado es de su propiedad. Ahí está el error.
El feminicidio será siempre una tragedia. Una tragedia que divide en dos a nuestra sociedad: en los familiares de las víctimas y en los familiares de los victimarios, que causa dolor, tristeza y enluta a todos.
25 muertes de mujeres por feminicidios en apenas seis meses del año, es una confirmación de que el país sigue en los primeros lugares en la ocurrencia de estos trágicos eventos. Se afirma que 2,7 mujeres por cada 100 mil habitantes, mueren a manos de parejas o exparejas y esto es sencillamente alarmante y una confirmación de que “debemos hacer algo y de manera urgente.