Punta Cana;Mañana es Nochebuena, una fecha especial que invita a reflexionar más allá de las luces que adornan las calles y los festines que llenan las mesas. Con la Nochebuena celebramos el renacer de los sueños y el valor de las pequeñas cosas. En cada hogar, la realidad se presenta de maneras distintas.
Algunos gozan de abundancia, mientras otros enfrentan la adversidad con el coraje de quien lucha por un mañana mejor. Y es en medio de esas diferencias donde entra en vigor lo mejor de la esencia humana: la capacidad de compartir, de ofrecer nuestro hombro, de encontrar alegría incluso en la simplicidad de un abrazo sincero o una risa a boca llena.
También es momento para mirar hacia adentro, para reconocer que el progreso no es un regalo que nos llega de fuera. Es cierto que las circunstancias externas pueden facilitar o dificultar el camino, pero hay una fuerza interior que trasciende barreras, y se llama voluntad. Sí, voluntad de aprender, de trabajar, de perseverar incluso cuando el viento sopla en contra.
Sin embargo, el bienestar no es un viaje que se recorre en soledad. Cada acción individual impulsa resultados colectivos. Cuando una persona prospera, inspira a quienes la rodean; cuando una comunidad trabaja unida, transforma realidades. Un buen regalo de Nochebuena puede ser la renovación de la fe en nosotros mismos y en los demás. Intentémoslo, miremos el futuro con optimismo, y declaremos que lo mejor está por venir.
Valoremos lo que tenemos mientras trabajamos por lo que deseamos. ¿Qué deseo? Que en cada hogar donde una vela se enciende, donde un niño sonríe o donde una oración se eleva, brote una semilla de esperanza. Que nuestras acciones nos impulsen a ser mejores personas. Y que el amor nos una más allá de nuestras diferencias.