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¿Era evitable la muerte trágica de Stalin?

PUNTA CANA; Desde el instante en que Stalin Matos fue embestido por una guagua de transporte turístico, de la compañía Monumental, pasaron casi dos horas para que llegara una unidad del 911, según personas que presenciaron el accidente.

Con golpes en distintas partes del cuerpo, sobre todo en la cabeza, Starling sangraba y gemía de dolor, hasta que jamás supo de él. Perdió el sentido. Murió sin despertar.

Era un joven sano, predicador de una Iglesia cristiana, ubicada en el populoso sector Villa Playwood, en Verón.

Allí, tirado, ensangrentado y muy mal herido, a Stalin quizás la vida le cruzó veloz en apenas segundos. Habría pensado en su niña de un año y medio que esperaba a su papi en casa; en su esposa, también cristiana; en su madre, hermanos biológicos y de la Iglesia…En muchas cosas.

Paradoja también incomprensible: Stalin prácticamente agonizaba a pocos metros de dos hospitales privados. Cuando finalmente el 911 frenó en el semáforo del denominado cruce de CEPM, donde el vehículo atropelló a Stalin, ya los golpes demoledores habían hecho efectos en este joven predicador.

Seguía muriendo lentamente. La urgencia justificaba la rapidez con que los paramédicos lo llevaron al hospital de Verón, el nuevo, como aun le llaman, pero carente de equipos y especialistas para este tipo de casos, deficiencia elemental hartamente denunciada.

Por eso, lo llevaron al Hospital General y de Especialidades Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey. Pero 45 minutos de distancia es mucho tiempo para alguien que requiere atención de calidad inmediata.

¿Se pudo salvar Stalin? Tomando en cuenta que estaba bastante cerca de dos centros privados, el tiempo que permaneció tirado en el suelo, mal herido y sin recibir siquiera atenciones de primeros auxilios, tal vez hoy la historia contada sería menos trágica e irritante.

Y si a esto se suma el tiempo perdido en el hospital de Verón, más el largo trayecto hacia Higüey, entonces la conclusión de este evento desafortunado es fácilmente predecible.

Oscar Quezada
Oscar Quezada
Soy un periodista que ama escuchar y contar historias, y con eso lucho cada día. Trato de hacerlo con relatos sencillos y entendibles para todos. Estudié en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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