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“No hay cupos”

PUNTA CANA. Aquella mañana me disponía a iniciar el día cumpliendo con el ritual irrenunciable de un periodista, revisar periódicos, leer titulares y ver si su contenido engancha para entonces ponerme al día.

Un señor alto, fuerte, con manos de acero, preguntó por un periodista. No sé por qué tuve que ser yo. Ese hombre estaba en la sala de recepción de Grupo de Medios EB, con la cara de tragedia pintada en su rostro sudado.

A su orden, le dije. Entonces comenzó a explicarme. Sus dos hijas se habían mudado con él a Punta Cana, donde trabaja como chofer de una empresa de transporte turístico.

Una estaba en primero del bachillerato y la otra entraría a su último año de ese mismo ciclo. En ese momento entendí que el sudor que bañaba la frente de aquel señor no era por el sol abrazador de esta zona turística.

«No encuentro cupos para mis dos hijas; estoy desesperado y alguien me dijo que viniera aquí», relató. Entonces no pudo más. Sus mejillas también se mojaron. Tranquilo, le dije, algo perturbado, porque nunca ha sido fácil ver llorar alguien de cerca, y menos si es de impotencia mezclada con rabia.

Se disculpó por las lágrimas, pero dijo que se sentía acorralado. Sus dos hijas preguntaban con o sin palabras cuándo entrarían a clases, y él, desorientado, no encontraba qué o cómo responder. Terrible.

Aquel caso lo tomé muy personal. Llamé a varios centros educativos, hice contacto con autoridades educativas del ámbito municipal…Llamé a mucha gente. La respuesta era siempre la misma, «es que no tenemos cupos».

Aquella mañana de cualquier día ese señor y yo nos despedimos confiados en que sus dos hijas no perderían el año escolar que apenas iniciaba. Los dos nos equivocamos, desgraciadamente.

No poder ayudar a quien sufre devastado provoca un sentimiento demoledor. Y así me sentí, fracasado. Dos estudiantes no fueron a clases porque no había un asiento para ellas en las escuelas de Punta Cana.

De esto pasaron ya dos años. Pero nada ha cambiado. Miles de alumnos siguen fuera de las aulas por falta de espacio. En los colegios siempre hay cupos, pero no siempre hay dinero para pagarla.

¿Es imaginable el dolor de unos padres por razones parecidas? ¿Le importa eso a alguien? Supongo que la mayor de aquellas jovencitas terminó la secundaria y la otra se encamina a finalizar.

Tan sólo pensar esa respuesta (no tenemos cupos) molesta.

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