PUNTA CANA; La jornada electoral de ayer ha terminado, pero la vida sigue. En una democracia, los procesos electorales son sólo una parte de un sistema más amplio. Ganadores y perdedores son todos dominicanos, y su deber es trabajar por el bien común. No importa el resultado, la nación debe avanzar. Los candidatos, sin importar el éxito en las urnas, ahora poseen una experiencia invaluable.
Han conocido de cerca los vaivenes y emociones de una campaña. Este conocimiento es vital para futuras contiendas. La política no se trata solamente de ganar, sino de aprender y mejorar constantemente. La vida cotidiana no se detiene. Las escuelas abren nuevamente sus puertas, los comercios retomarán su dinámica habitual y las familias siguen sus rutinas cotidianas. Tenemos la soberana suerte de que el Estado dominicano tiene una estructura sólida que garantiza la continuidad de sus funciones.
Los políticos, al margen de sus diferencias, deben entender que su objetivo principal es el desarrollo del país. Deben buscar el diálogo, la cooperación y el entendimiento. La pluralidad es una fortaleza, no una debilidad. La diversidad de ideas enriquece la democracia y permite encontrar soluciones más inclusivas. El compromiso de los ciudadanos también es fundamental. Más allá de votar, deben participar activamente en la vida cívica.
La democracia requiere una ciudadanía informada y comprometida. El desarrollo no depende solo de los gobernantes, sino de todos. Ayer se vivió una fiesta democrática. Hoy, el trabajo productivo continúa. Cada elección es una oportunidad para mejorar nuestras instituciones y nuestra sociedad. La mirada debe estar siempre puesta en el futuro, en cómo construir un país más justo y próspero para todos. La vida sigue, y con ella, la esperanza y el esfuerzo por un mejor mañana.