Punta Cana. Muchos jóvenes deciden emprender, ya que además de la libertad financiera que ofrece, aporta flexibilidad en el día a día, porque la persona puede manejar su tiempo como entienda en la mayoría de los casos.
Para un emprendedor, el mayor reto es pensar en grande. Esto se denomina “reto psicológico del convencimiento” y hace referencia a lo que una persona cree que es capaz de lograr. Emprender representa nuevos retos e influye significativamente en el desarrollo personal y profesional de la persona, entre otros beneficios que aporta.
Para muchos jóvenes decidir emprender un negocio ha sido fácil, pero para otros no, y aunque hay personas que inician el emprendedurismo porque les gustan ciertas cosas, la mayoría lo hace por necesidad.
POR NECESIDAD
Juaniris García, una joven de 21 años, estudiante de psicología industrial, se vio en la obligación de iniciar en el camino de emprender por la falta de recursos económicos y el querer ayudar a su familia con los gastos de sus estudios que eran algo costosos.
Explica que ya hace cinco años desde que empezó a vender productos para el cuidado de la piel, del cabello y maquillaje. Declara que, aunque actualmente tiene una buena clientela y ha sido notorio el crecimiento en lo que hace, al principio fue muy difícil, porque tenía muy pocas ventas, ya que nadie la conocía en este negocio. Además, de que muchas veces tuvo que trabajar horas de más buscando clientes por las calles, bajo el sol de la tarde, para poder costear los gastos del pasaje para trasladarse a la universidad.
Sin embargo, pese a que fue algo difícil para ella, sumándole a esto su corte edad, dice que emprender le ha dejado muchos beneficios y se ha ido superando poco a poco, personal y profesionalmente.
Asegura que trabajar desde temprana edad hace a la persona tener más madurez, ser responsable y saber cómo manejar ciertas situaciones. García no descarta la posibilidad de emplearse, de ser necesario, porque le ayudará a obtener más ingresos y poder lograr las metas que les faltan por cumplir.
UNA MUJER UBER
Indhira Placencia, tiene 22 años de edad, y relata que desde pequeña siempre vendía aretes y pulseras, pintaba diseños en yeso y los vendía, pero con el tiempo se vio en la obligación de seguir esa línea para ‘buscarse el peso’.
Actualmente se dedica a la venta de extensiones de pelo, ropa de paca y productos para el cuidado de la piel. A esto se le añade los servicios de Uber que ofrece en la zona Este. Manifestó que algunos de los clientes que viajan con ella se sorprenden al ver una mujer haciendo taxi, ya que es poco frecuente.
Argumentó que el principio no es tan fácil, pero si se trabaja en algo que a la persona le gusta, se ve como un hobby. Agregó que el mayor reto es hacerlo crecer y sobrellevarlo, en un país que más del 50% de las personas hace lo mismo.
Pese a los años que tiene siendo negociante, expresa que con los ingresos que obtiene de lo que vende no cubre sus gastos 100%, por esa razón tiene tanto deseo de seguir creciendo.
Respecto a emplearse Placencia, dice que “he trabajado en empresas, pero la tranquilidad que me da ser mi propia jefa no me lo da cualquier empleo. Nunca digo nunca, pero en caso de emplearme sería un lugar que me permita crecer, que haya compañerismo, que no me robe todo mi tiempo y que tenga buenos beneficios”.
Javier Estrella, quien tiene 27 años, narra que permaneció por varios años siendo empleado, y el estrés que le generaba la rutina lo llevó a emprender, porque le gusta ser líder. Mientras se encontraba laborando para esa empresa empezó a ahorrar para poder poner su negocio de venta de piezas y todo lo relacionado a vehículos, así como el arreglo del mismo. También se dedica a hacer Uber e instalar servicios de internet en hogares de Verón-Punta Cana.
Como las demás jóvenes explicó que al principio fue un poco duro el proceso, debido a que todos los negocios empezando son lentos, porque hay que darse a conocer y hacer las relaciones para que compren sus productos.