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Desarrollo urbanístico arrasa con el verdor natural que adornaba a Verón-Punta Cana

Verón. Uno de los principales atractivos con que contaba la zona turística de Verón-Punta Cana era su verdor; sus áreas boscosas emanaban paz, tranquilidad y la sensación de estar en contacto pleno con la naturaleza.

Pero hoy no es ayer. La tala indiscriminada de bosques para la construcción ha hecho que esa belleza natural vaya mermando. Solo algunos proyectos de desarrollo, amigables con medioambiente, han conservado esos espacios verdes.

Verón-Punta Cana era como decían algunos allegados, “un monte”. Actualmente, el desarrollo de importantes proyectos le ha asestado una profunda a las riquezas y características naturales de esta zona turística, que era uno de los recursos más vendidos y explotados fuera de nuestras fronteras.

RELEVANCIA DEL VERDOR

El arquitecto urbanista Gustavo Valdez señala que no solo para una zona turística, sino que para todo centro urbano es muy importante la parte boscosa, la arborización. Refiere que eso es parte del equilibrio del hábitat, del ecosistema.

“También la arborización urbana ayuda, en el caso de nosotros que estamos en un clima tropical, a bajar las temperaturas. La incidencia del sol al no haber arborización es mayor, entonces el sol llega directamente al suelo y se incrementa por no haber sombra, pero también porque los materiales del piso o del suelo generan calor”, precisa Valdez.

El urbanista detalla que los materiales como el hormigón se calientan mucho, entonces hay más calor, por lo que se eleva la temperatura.

Según Valdez los bosques son de gran relevancia porque ahí viven aves e insectos. Pero para el turismo también es de mucha importancia, esto porque los paisajes naturales atraen a los visitantes.

“Cuando no hay, cuando todo se pierde, todo ese bosque, toda esa naturaleza entonces el paisaje se vuelve más agreste y obviamente se vuelve más urbano”, detalla.

¿QUÉ HA PASADO?

El paisaje que se observaba hace 20 años atrás no es el mismo de ahora. Los edificios y las plazas comerciales, han cambiado el aspecto de la zona.

El urbanista Gustavo Valdez cree que lo que ha pasado en esta localidad es que al no haber una regularización de arborización y simplemente darse un desarrollo fuerte inmobiliario y complementario al turismo, todo lo demás ha ido quedando de lado. Cree que el enfoque se ha ido a la construcción y se ha descuidado el bosque.

Dice que no tiene el dato de la cantidad de zona boscosa que se ha liberado ni la que queda, pero que obviamente ha habido un gran desarrollo inmobiliario, grandes construcciones y se ha desarrollado mucho el entorno. “Ese paisaje que era totalmente natural hace muchos años, cada vez se ha ido cambiado a un desarrollo urbano de soporte a la industria turística”, manifiesta.

Valdez dice que las construcciones han ido mermando la parte natural de los bosques. Por ejemplo en las playas, que eran espacios de grandes cocoteros, han desaparecido para dar espacio a proyectos de segunda línea de playa.

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