NISIBÓN. Un largo camino rocoso y minado de hoyos conduce a una de las pocas playas vírgenes que quedan en el litoral costero que va desde Verón-Punta Cana hasta Miches. Se trata de Punta del Coco, conocida también como Costa del Coco, en la provincia La Altagracia.
Su línea de cocoteros anuncia que se ha llegado a un espacio de relajación, brisa suave, tranquilidad y donde se siente y se respira el mar. Esta playa está ubicada a unos dos kilómetros de la comunidad Lavacama, en el Distrito Municipal las Lagunas de Nisibón, en dirección Punta Cana-Miches.
Su nombre se debe a la inmensa cantidad de árboles de coco que hay en el lugar. Estos adornan el entorno y contribuyen enormemente a convertir este sitio en un atractivo para cientos de visitantes que cada fin de semana se dan cita ahí.
Durante la Semana Santa permanece como uno de los balnearios cerrados, esto por sus fuertes olas y la peligrosidad que representa para los bañistas. Eso no impide que dominicanos y extranjeros se den cita y disfruten de sus bondades.
Los restos del sargazo que llegó a las costas dominicanas el año pasado aún permanecen ahí. Se suman las botellas plásticas y de vidrio que los visitantes dejan, pero aun así no pierde su esplendor y encanto.
Esta playa ha sido testigo de naufragios de viajes ilegales que partieron desde Miches, en El Seibo, o Sabana de la Mar, en Hato Mayor, pero que no lograron completar la travesía.
POCOS HABITANTES
En Punta del Coco vive una familia conformada por Glenys Carpio, su esposo y un hijo. No hay una comunidad establecida allí, pues ellos son los únicos habitantes de ese espacio.
En su casita de madera, techada de cana, ella prepara alimentos que luego vende a los visitantes. Sus días transcurren entre la deliciosa brisa y la tranquilidad que le brinda el mar.
Glenys lleva 20 años viviendo en Punta del Coco. Año tras año ve a los cientos de bañistas que llegan en cualquier época, pero en Semana Santa se intensifica más, pese a ser un balneario clausurado.
“Verdaderamente están quedando muy pocas playas que las personas pueden ir con su familia a estar tranquilos”, cuenta Glenys.